Prevención de Suicidio en Adolescentes

Por: Mariana Plata, Sub Coordinadora del Programa SanaMente (@marianaplatapsy)

Publicado originalmente en sitio web de Mariana Plata

Hablar de suicidio no es fácil. Es increíblemente difícil e incómodo, porque hablar de suicidio es hablar de salud mental. Es hablar de algo que no se ve tan concretamente como la marca después de un golpe o una cortada. Es algo que se siente. Pero no por la ausencia de su representación física, es menos doloroso, peligroso, o importante que un golpe físico. Algunos, incluso, argumentarían lo contrario: es aún más importante. 

¿QUÉ PASA CON NUESTROS ADOLESCENTES? 

La adolescencia es una etapa de la vida caracterizada por tener muchos cambios a nivel físicos, hormonales, emocionales, intelectuales, y sociales. De todos sus cambios, la maduración neurológica (o evolución del cerebro) parecen ser los más interesantes. Daniel J. Siegel, pionero en la neurobiología interpersonal, ha apuntado que debido a sus cambios neuronales, el adolescente es:

  • más propenso a tomar riesgos

  • más interesado a crear conexiones sociales (con pares y amigas/os)

  • más intenso emocionalmente

  • más curioso/a en explotar su creatividad

Estas características no son peligrosas por sí solas, (es más, en su libro «Tormenta cerebral», el Dr. Siegel habla sobre los beneficios de las mismas), pero sin los factores de protección necesarios que abordaremos más adelante en este artículo – estas emociones pueden tornarse demasiado fuertes para que el adolescente las pueda comprender.

El/la adolescente es una mezcla de varios rasgos de personalidad: es enérgica, pero perezosa; es impulsivo, pero predecible; es desafiante, pero dependiente; es solitaria, pero sociable; entre otras. Todas estas contradicciones son normales y esperadas en esta etapa, y ponen en evidencia por qué la/el adolescente necesita un entorno empático, amoroso, comprensivo, con límites firmes, y paciente para fomentar su pleno desarrollo y potencial.

¿QUÉ DICEN LAS INVESTIGACIONES? 

Según el Child Mind Institute, el suicidio es la tercera causa de muerte entre jóvenes entre 15 y 24 años. Muchas personas, principalmente madres y padres, creen que hablarle a sus hijas/os sobre suicidio o hablar abiertamente de esto en casa, va a tener un factor determinante en que sus hijas/os manifiesten un intento suicidio. De acuerdo con el American Association of Suicidology, mientras más se habla, más oportunidades hay para intervenir adecuadamente.

Otro de los grandes mitos que hay alrededor del suicidio adolescente es que los mismos son una «manera de llamar la atención» o una «forma exagerada y dramática que tienen las/os adolescentes de lidiar con los eventos cotidianos». En una jornada de psicoeducación realizada el año pasado por la Fundación Relaciones Sanas junto a Vali Maduro y Vivi Kuzniecky, respondíamos esa pregunta así:

si alguien tiene que poner en peligro su vida para «llamar la atención», ¿no es necesario responder ese llamado?

Ahora bien, definitivamente hay ciertos factores de riesgo, que ponen a los adolescentes en predisposición de recurrir a intentos suicidas y contemplar estas alternativas:

  1. Factores de salud – ansiedad, condiciones médicas, abuso de sustancias

  2. Factores psicológicos – pérdidas recientes, duelos no resueltos, trastornos mentales, situaciones de acoso escolar o ciberacoso

  3. Factores de historia clínica familiar – intentos previos, familiares que hayan muerto por suicidio, antecedentes de depresión en la familia

¿CUÁLES SON LAS SEÑALES DE ALARMA? 

Algunas señales de alarma incluyen:

  • Ideación – el/la adolescente no necesariamente dirá que está pensando en suicidio, pero podría decir comentarios tipo «¿qué pasaría si yo no existiera? ¿cómo sería el mundo sin mi? ¿qué pensarían los demás si yo dejara de existir?»

  • Abuso de sustancias

  • Sentirse como una carga o como si no hay razones para vivir

  • Ansiedad

  • Sentirse atrapado/a y pensar que no hay salida o solución a sus problemas

  • Sentirse que no le importa a los demás

  • Separarse de amigos/as, familiares u otros grupos sociales

  • Parece enojarse fácilmente

  • Actúa de manera impulsiva

  • Cambios en el humor

¿QUÉ SE PUEDE HACER? 

Lo más importante es abrir el espacio para hablarlo. Sabemos que saber que un ser querido, y más un hijo o hija, están pensando en suicidio puede evocar mucho miedo. Pero, hay que vencer el estigma y la vergüenza alrededor del tema, y abrir un espacio sano. Sin juicios, ni tabúes, ni culpas.

El American Association of Suicidology recomienda no tener armas ni métodos letales al alcance de los jóvenes. A su vez, equiparlos con buenas herramientas para la resolución de problemas, hablar abiertamente de salud mental en la casa, hacer uso de un equipo interdisciplinario de profesionales (consejeros, psicólogos/as escolares, terapeutas, paidopsiquiatras, médicos, pediatras, entre otros), y fomentar las relaciones y conexiones emocionales sanas entre padres e hijos.

El suicidio SI es prevenible, y entre todos/as podemos marcar una diferencia para ayudar a jóvenes que estén pasando por una situación difícil. Háblalo, háblalo, y luego háblalo un poco más.