Atrapados en las respuestas de la red

Por: Dra. Anabella Sosa de Brostella (Psicoterapeuta y Miembro de Fundación Relaciones Sanas e Instituto Internacional de Psicoterapia)

Parece que en este mundo en el que vivimos el poder esperar, la tolerancia a la frustración y la paciencia son características de personalidad que se encuentra en vías de extinción. Si no reflexionamos sobre esto quedarán sepultados en la añoranza de viejas relaciones que las brindaron o en antepasados que quedaron en la historia.

Primero entendamos de dónde vienen éstas preciadas características y cuáles son sus peligrosos extinguidores de hoy.

La capacidad de esperar tiene sus inicios en las primeras relaciones y se da en combinación con el carácter del niño y las distintas vivencias. Los cuidadores del bebé, hablemos de papá y mamá, son quienes ayudan al mismo a tolerar la espera para obtener la gratificación inmediata de sus deseos, así como darle un “sostén” adecuado,  término tan sencillo pero de profundo significado, utilizado por el psicoanalista Winnicott que implica el cargar al bebé entre brazos para darle seguridad mientras se trata de entenderlo y calmarlo con suavidad y calidez. Cuando el bebé se angustia es éste sostenimiento el que facilita la integración de su mente y su tranquilidad. Luego de que la madre y el padre aprenden a conocer a su bebé y lo que lo calma, con el tiempo se instala ésta capacidad en el niño para hacerla propia pudiendo calmarse a sí mismo y esperar. Logra esto porque se forma un patrón de respuesta y la experiencia le va indicando mientras crece que puede calmarse porque tendrá lo que necesita para estar bien.

Pensemos un ejemplo de ésta situación de angustia temprana y cómo lo estamos manejando en éste mundo del siglo XXI.

Mientras el bebé llora y la madre o padre lo escuchan para ver que le pasa empezamos a entrar en el delicado espacio del manejo de la frustración. Si éstos conservan su calma, empiezan a abonar el terreno para desarrollar la capacidad de espera. Mejor aún, si se apoyan cuando alguno falla en el intento, siguen abonando el camino. Ahora bien,  si la madre o padre están muy sobrecargados y no encuentran su propia calma primero, buscan sustitutos para que los reemplacen. Aparecen entonces las primeras tablets, antes de los dos años de edad muchas veces, distrayendo al niño de su necesidad y a los padres de conocer a su bebé y atenderlo mientras le modelan como calmarse. Si utilizamos estos aparatos como sustitutos de su cuidado estaremos promoviendo el uso de algún factor externo para lograr calma.  Simplificando bastante podría significar un comienzo de lo que son las adicciones hoy día. Además estamos privando al niño del cuidado básico del contacto piel a piel y el juego. En ese momento, la tecnología no es nuestra aliada.

Otro ejemplo que no contribuye a fortalecer éstas capacidades de espera es cuando los padres buscan rápidamente lo que ocurre con su hijo en el computador aún antes de leer las señales o síntomas que éste le muestra.  Hoy día, la capacidad para tolerar no saber, tan importante para guardar la calma, está disfrazada bajo la respuesta inmediata del computador. Por mas gratificante que sea, vamos perdiendo cada vez más esa tolerancia al «no saber» y al no  aceptar que nunca lo sabremos todo! Nuevamente, queremos resolver “ya” para calmar al niño y lo que ocurre es muchas veces lo contrario: terminan con mas angustia que la inicial al tener tantas respuestas abrumadoramente. Hay que ver al niño, escucharlo, respetar su tiempo. Una vez hayan podido discriminar bien lo que le está pasando sea emocional y/o físico podrán verificar mejor cuál información es válida y cuál no. Ese «llenar los espacios vacíos» enseguida también nos organiza de un modo donde luego necesitamos la respuesta ¡ya!

Estos son solo dos ejemplos de como la forma del cuidado inicial y el entorno van forjando la personalidad. Entre tanta información y sustitutos de relaciones a veces provoca decir como la genial Mafalda de Quinodoz «Paren el mundo que me quiero bajar».

Utilicemos las bondades de le tecnología en formas que nos ayude a conectarnos con quienes no están, ser mas eficientes y ampliar nuestros conocimientos, entre otras cosas. Si logramos ayudar al niño a calmarse y entenderse dentro de la relación con sus padres primero, le estaremos dando las herramientas para que el día de mañana sea una persona que busque relaciones cálidas que le den soporte en vez de buscarlas de manera inmediata en la respuesta del computador.