¿Cómo podemos derrotar los estigmas de salud mental?

Por: Emilia Smith, psicóloga @elhuertode.emilia

En la actualidad, ha surgido un incipiente interés por conocer y difundir sobre salud mental en el mundo, sin embargo, el prejuicio sigue presente y se evidencia en el ocultamiento del malestar o en el silencio de los síntomas. En la realidad panameña puede dejarse la salud mental en segundo plano, y además, se trata como si fuera una enfermedad física, esperando obtener una solución rápida y espontánea, para así no tener que cargar con este malestar por más tiempo del “necesario”.

Diversas investigaciones encuentran que alrededor del 40% de las personas con trastornos mentales graves presentan altos niveles de autoestigma o estigma internalizado. Inclusive, en América Latina se ha demostrado que los propios familiares pueden ser una fuente de prejuicios y de actos discriminatorios hacia estos pacientes. A lo largo de los años ha incrementado el interés por estudiar los trastornos mentales, lo cual ha generado un aumento en la tendencia a apoyar los tratamientos, más no ha representado una disminución del estigma.

¿A qué se deben los estigmas de la salud mental?

El ser humano, en todo momento busca comprender el mundo, y en el proceso clasifica de acuerdo a características observables que le generan formas de actuar adaptativas en el futuro. Al <<agrupar>>, creamos un atajo cognitivo, que resulta eficiente para analizar rápidamente el mundo que nos rodea. La encrucijada radica cuando se utilizan los estereotipos para justificar reacciones sociales defensivas, que vienen acompañada de prejuicios sobre los trastornos mentales, pudiendo generar miedo, maltrato y estigma anticipado hacia personas con estas vulnerabilidades.

El estigma público, se origina tras un proceso de socialización complejo, por lo que ha de mirarse como un todo, entendiendo el engranaje en el que se origina el estigma que pasa de generación en generación a través de la socialización y el lenguaje. Estos estándares sociales propician fenómenos como el ocultamiento, donde la persona vulnerable se refugia en «el miedo al diagnóstico» y «el que dirán», pudiendo poner al individuo en peligro.

Debido a los prejuicios y actos discriminatorios hacia las personas estigmatizadas, es frecuente encontrar un bajo nivel de autoestima, menor calidad de vida, baja adherencia a los tratamientos y aislamiento social; pudiendo tener, además, dificultades para establecer relaciones de amistad o de pareja, encontrar trabajo o vivienda.

¿Cuáles son las bases de los estigmas de salud mental?

El imaginario colectivo relaciona a los trastornos mentales con incapacidad o dependencia, déficit cognitivo, y la idea de que es contagioso. La esquizofrenia y la depresión, son dos trastornos mentales que particularmente reciben tratos discriminatorios específicos que pueden variar entre la evitación y el rechazo, la condescendencia y la sobreprotección, respectivamente.  

Otras atribuciones, de acuerdo al género, que se contemplan comúnmente, son la fragilidad, la negatividad y la inestabilidad, en las mujeres. Tal como, la inteligencia, la genialidad, y el retraimiento social, en los hombres. De acuerdo a la edad, suele relacionarse la vagancia y la peligrosidad en jóvenes menores a 30 años, y la incurabilidad del trastorno, en individuos mayores a 30 años.

¿Cuáles pueden ser los motivos por los que rotulamos a las personas?

Si bien, entendemos que no nos gustaría ser etiquetados de esta forma despectiva, a veces, lo hacemos de forma inadvertida. En principio, puede deberse a la falta de conocimiento e información veraz sobre los trastornos mentales. Por otro lado, la poca información recibida puede provenir de medios de comunicación, considerados fiables, pero que pueden distorsionar o agravar las características reales de estas personas.

A su vez, hay que tener presente que pocos años atrás el conocimiento popular sobre las dificultades de salud mental se relacionaban directamente con la “locura” y el ingreso a sistemas tradicionales de atención: manicomios. Lo mismo puede relacionarse con  esta incomprensión del trastorno mental, que se imagina como una problemática menos tangible que la enfermedad física, reforzando el pensamiento colectivo de que las dificultades mentales son más difíciles de controlar, y por ende, resultan amenazantes.

¿Qué podemos hacer para aminorar los estigmas presentes en nuestra sociedad?

  1. Crear ambientes seguros donde estas personas puedan sentirse escuchadas y validadas para compartir su sentir y así poder lograr detecciones tempranas.
  2. Crear espacios de psicoeducación, donde se impartan estrategias de apoyo, contención y entrenamiento, buscando aportar y fomentar la difusión de información sobre salud mental.
  3. Potenciar los recursos personales de cada persona, para que pueda identificar de forma primaria lo que experimenta, darle nombre y responder sanamente.
  4. Fomentar diálogos que normalizan la presencia social de los trastornos mentales, basándose en el respeto a los derechos humanos, evitando perpetuar el silencio.
  5. Crear conciencia sobre los cuidados y los límites sanos; no hace falta desbordarse emocionalmente para buscar ayuda. Resulta imperativo prevenir antes de que surjan consecuencias más graves. 
  6. Hace falta ser conscientes de que la salud mental se encuentra en todas partes y se ha de distribuir la responsabilidad en distintos niveles, no siendo exclusiva de los profesionales de salud mental, los pacientes y sus familias.
  7. Escuchar testimonios y compartir experiencias, desde una mirada positiva, para ser parte de una red de “agentes de cambios”, sobre la importancia del cuidado de la salud mental.
  8. Participar de investigaciones interesadas en medir el impacto de la salud mental en los individuos, la experiencia de la estigmatización y cómo se adapta en los distintos ámbitos de la vida de las personas.

Resulta vital dar una mirada a lo que la salud mental compromete, dado que perpetuando el silencio se reducen las posibilidades de dar respuesta y se posterga la acción sanadora. Entidades como la Fundación Relaciones Sanas, fomentan la salud mental a través de la creación de proyectos y programas que propician una óptima atención y apoyo psicológico, buscando aminorar los estigmas públicos, institucionales, familiares e internalizados. Hay que tener presente que todos tenemos la posibilidad de encontrarnos en una situación que nos coloque en vulnerabilidad y no poseamos las respuestas. ¡No estamos solos!