¿Cómo ser una madre o padre más consciente?

Por: Claudia Quito, psicóloga clínica @psic.quito

¿Sabías que las familias son las primeras sociedades de un individuo? Este entorno es nuestra primera experiencia con el mundo externo.

El desarrollo de cada uno tuvo muchas influencias. Entre ellas, el contacto con nuestro primer cuidador; toda la contención emocional que nos pudo ofrecer, cómo lo ofreció y la cantidad que ofreció. Cuando hablamos de esto, nos referimos al cuidado, dedicación, amor, alimentación y enseñanzas efectivas para manejar nuestras emociones o diferentes situaciones de la vida. 

Nuestra “psique” (o mente) se nutre de las experiencias que vivimos, la forma y la satisfacción en la que están llenas nuestras necesidades. De allí a que prestemos tanta atención al cuidado de un niño. Reconocemos que en sus primeros años de vida es cuando “son esponjas” y será de mayor valor toda la influencia que le podamos brindar, ya que proporcionará un hito en su forma de manejarse, su capacidad de afrontar, su capacidad de aceptar y su capacidad de brindar afecto para sí mismo y los demás en el resto de su vida. 

Por eso, es tan importante el rol de una madre o padre

El rol de un padre no es sólo para criar una persona independiente, autónoma, profesional o una “mejor persona que yo”. Cuántos de nosotros no tenemos presentes a nuestros propios padres, en la crianza de nuestros hijos, ya sea para pensar “quiero ser tan buen madre/padre como lo fueron conmigo” o “no cometeré esos mismos errores, seré/daré lo que a mí no me supieron dar”. 

Es inevitable, tendemos como padres a compararnos con nuestros recuerdos o con las expectativas/ deseos que tuvimos, con lo que observamos de amistades o lo que se encuentra en redes.

No tenemos un libro que nos enseñe paso a paso lo que debemos hacer con los hijos, con cada uno de ellos; podemos encontrar referencia y comenzar a probar, así poder ver qué nos funciona. 

Con toda seguridad, comprendo que no es fácil, por lo cual, deseo en este artículo sembrar en ustedes parte invaluable que debe florecer en cada padre: la objetividad y la duda.

  • Objetividad: es lo más difícil, ya que el amor que le tenemos puede hacernos sentir que todo es parte de su proceso normal y natural; o incluso pensar que todo está mal. Cuando no tenemos la capacidad de tratar de ser objetivos, perderemos la oportunidad de dudar, de conocer, tendremos miedo de afrontar y será mucho más difícil el poder superar cada situación.
  • Curiosidad: si no tenemos la capacidad de dudar de lo que estamos haciendo y creemos con toda seguridad que lo estamos haciendo de mil maravillas o totalmente terrible, estamos cayendo en el ciclo de cometer el mismo error, una y otra, y otra vez. Cuando somos curiosas/os, siempre buscamos información, orientación, consejos (a veces no tan buenos) y tratamos de cambiar.

Podemos conseguir ambos puntos, partiendo de la conexión, del amor que tenemos hacia ellos y es por esto que al dudar y ser objetivos, podremos preguntarnos: 

¿Cuán efectiva fue mi crianza?

¿Cuáles fueron los sentimientos que emanaron hacia mis padres/cuidadores, en su crianza?

¿Sentí miedo, me sentí comprendido, me sentí parte importante de la familia?

¿Cómo fue mi experiencia con mis amigos, familiares, maestros o con mis travesuras, estudios, ocio?

Todas estas preguntas están relacionadas a la forma en que aprendimos a relacionarnos, comportarnos, y pensarnos.

¿Qué estamos depositando en nuestros hijos?

No es un secreto para nadie que estamos atravesando un periodo complicado que ha alterado toda nuestra vida. Hemos tenido que lidiar con diferentes personas más allá de nuestra familia nuclear, ya que dependemos del comportamiento de toda la sociedad para poder seguir resistiendo a esta lucha con el virus.

Adicional a esto, hemos tenido que ser filtros para nuestros hijos, ya que encontramos en nuestras redes, calles y noticias un resumen de incredulidad, negación, poca aceptación a las líneas de bioseguridad. Incluso, a la baja tolerancia de las personas. Y, es que, aceptamos que es una situación difícil, pero no terminamos de aceptar que este periodo crítico puede ser un episodio vulnerable para nuestra salud mental. Volviéndonos más dóciles a la lucha, a la irritabilidad, al estrés, a la ansiedad.

Puede que, en este momento a pesar de nuestras luchas por mantenernos estables, estamos perdiendo en la batalla diaria contra nuestros temores, nuestras preocupaciones, la falta de recursos económicos, los problemas familiares y puede que no estemos mostrando al mundo lo que realmente somos, por supuesto, esto incluye a nuestros hijos. 

¿Cómo poder recuperar fuerzas y tomar el control?

Si estás pasando por una situación difícil en este momento y no quieres influenciar la experiencia emocional de tus hijos, es muy provechoso que podamos hablar con alguien, liberarnos. Incluso, poder llamar alguna línea de atención psicológica que está a disposición nacional. También pudiéramos trabajar en desarrollar algunas de las siguientes herramientas:  

  • Manejo emocional: sabemos que no es fácil, pero existen técnicas que pueden promover un manejo un poco más óptimo. Como la meditación, yoga, ejercicios de respiración o ejercicios físicos; cuidados dentro de nuestra alimentación y sueño que permiten un funcionamiento más estable para nuestro cerebro.
  • Conexión: con los demás y a la conexión con nosotros mismos. Es importante estar conscientes de lo que sentimos, cómo lo sentimos y qué estamos haciendo para manejarlo. 
  • Comunicación asertiva: mensajes de “yo” (me hace sentir/ pienso que podemos…; en vez de: es que tú haces…), mensajes que busquen solución y no culpables, pueden ser estrategias que nos ayuden a un ambiente más relajado, lo que provoque mayor estabilidad dentro de los integrantes del hogar. Cuando tendemos a buscar culpables, a gritar, a insultar o simplemente al querer ganar una pelea, lo único que estamos generando es mayor tiempo de irritabilidad, ambiente pesado y sobre todo experiencias de resolución de conflictos (negativas) a nuestros hijos. 

Estoy segura que estás haciendo lo mejor que puedes y eso es suficiente. Solo el hecho que me hayas acompañado en todas estas líneas me muestran tu interés de cambio, de entrega. Así que lo estás haciendo bien, sé objetivo, mantén la curiosidad, y podrás depositar en tus hijos experiencias gratificantes, necesarias y suficientemente buenas.

¡Seamos más conscientes de nuestras emociones, para construir mentes más fuertes en nuestros niños!