Consentimiento para Niños

Por: Mgtr. Damaris Samaniego, Psicóloga Clínica

Hola amiguito/a, ¿Conoces la palabra consentimiento? Suena a tener sentimiento ¿Verdad? Bueno, es poder decidir con todo tu sentir, o sea:

  • decir sí a una actividad específica (solo es para esa actividad)
  • de forma libre (nadie te obliga, amenaza o te ofrece algo a cambio, estás despierto y con tus sentidos atentos),
  • informada (entiendes qué es y lo que abarca),
  • sintiendo que te emociona/interesa (alegría por lo que harás), y sabiendo que puedes pararla en cualquier momento. P.ej. puedes decidir que Sí quieres que tu hermana te haga cosquillas, pero cuando ya lo sientes incómodo decir: Para, y tu hermana debe parar; y ese sí, solo es válido para cosquillas.

Ahora te propongo que extiendas tus brazos hacia los lados, al frente, arriba y abajo, todo ese espacio se llama espacio personal y Tú eres el único/a dueño/a de él y de tu cuerpo, sólo tú puedes decidir quién puede entrar a ese espacio, bajo qué condiciones y hasta dónde.

Si alguien te pide hacer algo y no te gusta, te asusta, te incomoda o sencillamente en ese momento no quieres, así sea la persona más querida, tienes todo el derecho a decirle NO, y esa persona debe respetar tu decisión. Así mismo, si eres un muy buen amigo de alguien, y te dice que no
quiere algo, debes respetar su decisión. Esto es clave para sentirnos respetados y cuidados en nuestras relaciones.

Hay consentimientos que por ser niño/a o adolescente NO tienen la madurez ni respaldo legal para darlo, como ejemplo las acciones sexuales, así que si alguien te pide ver o tocar sus partes privadas, hacer algo que te resulta incómodo o dejarle ver tus partes íntimas, debes alzar tu voz firmemente diciendo NO y buscar a tu adulto de confianza (con quien te sientes seguro y respetado) y contarle lo que pasó, esa persona velará por tu bienestar y estará bien.

Para ti, mamá/papá/cuidador: una potente forma que ayudará a tu hijo/a protegerse es respetando sus decisiones, deseos y necesidades, y pidiéndole a su entorno que también lo haga.

Acciones sencillas como respetar sus señales de hambre y saciedad desde que son bebés, impacta en su percepción de que su voz importa, que puede decir No, y permanecer fuertemente vinculado a su cuerpo, reconocer sus sensaciones corporales y poder respetarlas también. Así sabrá cuando algo es incómodo, será más difícil que ceda ante la presión o busque complacer para asegurarse cariño/aprobación.

También enseñarle diferentes formas de saludar/despedirse; los besos y abrazos NO son necesarios si les disgusta, mucho menos forzarlos (para ser “educado”), evitar premios, chantajes o castigos como regulador de conducta, o demostrarle que sus ideas importan menos porque es un niño “y no sabe de eso”.

Obviamente hay acciones no negociables como cepillar los dientes, cambiar el pañal, bañar, pero sí es negociable el contexto (antes o después de; tú o yo primero; en qué lugar p.ej.) y siempre se le puede anticipar y pedir permiso explicando su importancia (amor, vamos a cambiarte el pañal porque te hiciste pupú y no queremos que te irrites, permiso voy pasarte la toallita húmeda).
Todos deseamos una sociedad respetuosa, y para ello, debemos criar desde el respeto, la empatía y la validación emocional para que puedan usar un pensamiento crítico, creativo, teniendo la mente de otros en la suya, y así ser compasivos con ellos mismos y con otros.
Amor y límites van juntos.