Construyendo padres afectivos

Por: Ana Cristina Echeverria, Psicóloga Clínica @espaciovital_psic

Diferenciando roles 

A lo largo de la historia, al padre se le ha eliminado una parte de su paternidad, la parte afectiva y más primitiva del ser humano. Esto ha ocurrido por diferentes causas: por un lado, entendiéndose al hombre como “jefe” del hogar, aquel que debe traer sustento económico y velar únicamente por el bienestar y supervivencia de la familia; y, por el otro lado, el hecho de que la mujer es aquella que posee una relación más directa y privilegiada con el bebé. 

Esto dio como resultado una figura paterna que reprende, quien debe ser respetado, aquel que tiene la última palabra y al que se le debe seguir sus pasos. En contraposición, tendríamos a la madre que da todo el amor, el cuidado, la protección, la educación, y el confort. 

Esta diferenciación de roles ocurre de generación en generación, y esto ha ido evolucionando con el pasar de las épocas. El hombre ha ido perdiendo esa “única imagen” como figura puramente de autoridad, de subsidio y de ley. En las transformaciones sociales y familiares podemos ir observando que cada día el tener un bebé y, como consecuencia, el crecimiento familiar, ha implicado una nueva reflexión: una relación más afectiva y menos autoritaria del padre con sus hijos. 

El rol del padre actual

Hoy en día, las representaciones culturales de la figura paterna son distintas a aquellas de la antigüedad, en donde el padre se aleja de ser imagen de autoridad, cada vez menos dominante en sus hijos y compartiendo la educación con sus otras figuras como la madre. 

La sociedad trata de romper con estas diferenciaciones de género, buscando mayor armonía y equilibrio entre la figura paterna y materna para que los hijos reciban afecto y límites de igual manera por ambos padres. Si bien un padre debe ser figura de autoridad para establecer límites sanos, en conjunto con la madre el mensaje se fortalece.

Es importante, además de ser padres presentes en la crianza de sus hijos, saber y aceptar que somos seres humanos lo que significa que no seremos perfectos. Teniendo esto en mente seria valioso poder demostrarles a nuestros niños que: 

  • tenemos emociones y sentimientos, 
  • entendemos y logramos ponernos en sus los zapatos, 
  • estamos presentes para cuidarles y apoyarles cuando ocurra una dificultad
  • acompañarlos en los mejores momentos, y en los no tan buenos. 

Parentalidad Vulnerable

Considerando que los niños hoy en día son activos, autónomos, exploradores, persistentes, así mismo requieren de paciencia, respeto y confianza. Ser padres involucra la escucha activa, la calma, comprensión y el tomar la mejor decisión para su hijo, haciéndolos participes de las mismas. Involucrarse de forma activa en todos los hitos del desarrollo, siendo una figura de apego, seguridad y confort, a quien se puede recurrir cuando se necesite. 

La vulnerabilidad humana es entendida como aquella capacidad de anticiparse al peligro, hacer frente y recuperarse. No significa ser invencible sino más bien poder dar lo mejor de ti. Visto desde la paternidad, respondería a la capacidad de ofrecer una respuesta autoritaria y afectiva. 

En el hoy por hoy, podemos observar la importancia que ha adquirido el ser afectivo sin distinción de género. Y, si somos sinceros, aceptamos que esta es una parte natural y necesaria del ser humano para la supervivencia ya que nos ayuda a conectarnos con nuestro interior, para desarrollar la llamada “inteligencia emocional”, la cual nos ayuda a saber cómo actuar y enfrentarnos a los diferentes retos que nos propone la vida. 

Construyendo padres afectivos

Entendiendo esta importancia, hoy te invito a contribuir en esta construcción afectiva en ti y en tus hijos, con algunos actos como:

  1. Entender y aceptar las emociones en nosotros mismos, sin distinguirlas como buenas o malas. Todas son necesarias y envían un mensaje importante con el cual trabajar. 
  2. Demostrar nuestras emociones de forma adecuada, sin sentirse “ridículos” o “débiles”. 
  3. Al ser consientes de nuestras emociones, poder hablar de las emociones a nuestros hijos, qué son, cómo se sienten y por qué. 
  4. Afirmar que las emociones son necesarias y parte del ser humano. 
  5. Escuchar de forma empática y receptiva. 
  6. Formar parte de una crianza basada en valores y respeto. 
  7. Simplemente estar para nosotros mismos, para nuestros hijos y para nuestro núcleo familiar. 

El énfasis que realicemos en conocernos con el objetivo de poder conectar con nuestro yo interior permite formar una relación de adentro hacia fuera, que sea sana y equilibrada, brindando a los demás un modela de la misma relación.  Tengamos presente que estar aquí y ahora para los chiquitines sembrará los frutos para una relación duradera y estable en el tiempo.