¿Por qué el cuidado de los niños y niñas es más importante de lo que pensamos?

Escrito por: Nicole Marques, psicóloga

La mayoría hemos escuchado que el cuidado que brindan los padres a los/as niños/as es esencial para un desarrollo sano. Sin embargo, ¿qué incluye un cuidado que favorezca el desarrollo y cómo puede afectar la falta de éste en la vida adulta?

El cuidado no es solo proporcionar alimento y casa, este tiene diversas esferas e incluye un cuidado físico, social, emocional y educacional. La Organización Mundial de la Salud, UNICEF y otros (2018) crearon un marco de un cuidado que proporciona las condiciones para un desarrollo saludable, lo titularon cuidado cariñoso y sensible. Según estos, para alcanzar todo su potencial, los/as niños/as necesitan cinco componentes interrelacionados.

Componentes del cuidado cariñoso y sensible

Este cuidado cariñoso y sensible es un entorno creado por los padres/cuidadores que garantiza la buena salud y la nutrición de los/as niños/as, los/as protege de las amenazas y les da oportunidades de aprendizaje, mediante interacciones que son emocionalmente comprensivas y receptivas.

Un estudio realizado por UNICEF y otros (2021), indicó que una de las amenazas del desarrollo sano de los/as niños/as en Panamá es la disciplina violenta, 45% han experimentado algún tipo de disciplina violenta con agresión psicológica o física. Razón por la que me concentraré en el componente de atención receptiva. 

La atención receptiva se refiere a la capacidad del cuidador de observar, entender y responder a las señales del niño (gestos y peticiones) de manera oportuna y adecuadamente, sin recurrir a la violencia emocional o física. Además, este componente es fundamental para poder realizar los otros componentes. 

El programa de Apego Madre-Infante de la fundación tiene dentro de sus objetivos apoyar a padres a brindar esta atención receptiva para formar un apego seguro. Cuando los padres son sensibles, receptivos y cariñosos, facilitan el desarrollo social y emocional de los/as niños/as y promueven la formación de un vínculo emocional. Esto es la base para proteger a los/as niños/as de los efectos negativos de la adversidad; fomentar un aprendizaje enriquecedor; y generar confianza y relaciones sociales (OMS, UNICEF et al, 2018). 

Las posibles consecuencias de la falta de cuidado

Ahora, ¿qué pasa cuando no se brinda este cuidado? En sus formas más graves encontramos formas de maltrato infantil como la negligencia —no cubrir las necesidades básicas de los/as niños/as en cualquiera de sus esferas— y el abuso emocional que incluye burlar, humillar, ignorar o aislar continuamente.

Los efectos de estas experiencias hace que los/as niños/as sean más propensos a desarrollar problemas de salud mental como depresión, ansiedad y abuso de sustancias luego en la vida adulta (Gilbert et al. 2009; Springer et al. 2007).

Más impactante, estas experiencias cambian la estructura del cerebro para poder sobrevivir en el ambiente negligente; pero tienen un costo a largo plazo cambiando la forma de percibir y procesar el mundo que los rodea. 

En específico, investigaciones indican que los/as niños/as expuestos a estas experiencias presentan una mayor respuesta cerebral en la amígdala ante la amenaza y desarrollan un patrón de «hipervigilancia» manteniéndose en un constante estado de alerta en diferentes entornos (Pollak et al, 2009). En efecto, son más propensos a tener un sesgo hacia la amenaza en su forma de percibir el mundo. 

Otra consecuencia es la dificultad para recordar con detalle memorias en la niñez, esto les dificulta construir una narrativa coherente de su propia vida, lo que es necesario para construir un sentido de sí mismo y enfrentar conflictos del día a día (Dalgleish & Werner-Seidler, 2014).

Por otra parte, debido a que las relaciones formados durante las primeras etapas de la vida son un modelo para relaciones posteriores, tener estas experiencias les dificulta formar relaciones con sus pares y tienen más riesgo a ser rechazados por estos, demostrando dificultades en el apego y la creación de vínculos (Bolger & Patterson, 2001).

En resumen, el cuidado cariñoso y sensible es aquello que el cerebro de los infantes espera y de lo cual depende para un desarrollo saludable. Los problemas que emergen por la falta de cuidado se relacionan con diversos problemas de salud mental en la adultez. Es esencial que los cuidadores construyan relaciones receptivas con sus hijos/as para prevenir estos efectos y favorecer el bienestar. 

Referencias

Bolger, K. E., & Patterson, C. J. (2001). Developmental pathways from child maltreatment to peer rejection. Child Development, 72(2), 549–568. 

Dalgleish, T., & Werner-Seidler, A. (2014). Disruptions in autobiographical memory processing in depression and the emergence of memory therapeutics. Trends in Cognitive Sciences, 18(11), 596–604. 

Gilbert, R., Widom, C. S., Browne, K., Fergusson, D., Webb, E., & Janson, S. (2009). Burden and consequences of child maltreatment in high-income countries. The Lancet, 373(9657), 68–81.

Organización Mundial de la Salud, UNICEF et al. (‎2018)‎. Cuidado cariñoso y sensible para el desarrollo en la primera infancia: un marco para ayudar a los niños a sobrevivir y prosperar para transformar la salud y el potencial humano: resumen ejecutivo. Organización Mundial de la Salud.

Pollak, S. D., Messner, M., Kistler, D. J., & Cohn, J. F. (2009). Development of perceptual expertise in emotion recognition. Cognition, 110(2), 242–247. 

Springer, K. W., Sheridan, J., Kuo, D., & Carnes, M. (2007). Long-term physical and mental health consequences of childhood physical abuse: Results from a large population-based sample of men and women. Child abuse & neglect, 31(5), 517-530.

UNICEF & Countdown to 2030 Women’s, Children’s and Adolescent’s Health. (2021). COUNTRY PROFILES – Nurturing Care Framework for Early Childhood Development. Nurturing Care Framework for Early Childhood Development. https://nurturing-care.org/resources/country-profiles/