El nacimiento de una madre

Por: Mgtr. Damaris J. Samaniego Q., Psicóloga Clínica

Para algunos sucede cuando el/la bebé nace, extendiéndose durante el primer año de vida; para otros, durante la gestación; otros incluso rastrean sus inicios, cuando la mujer concibe el deseo de ser mamá y fantasea con ello. 

Aunque existen aspectos comunes, la maternidad es un proceso único en cada mujer, cada quien cuenta con sus propios recursos y experimenta diferentes deseos y temores, dependiendo de su personalidad, historia de vida, experiencia con la maternidad de sus figuras significativas, el contexto de la concepción y gestación (etapa vital en la que se encuentra, bebé esperado o sorpresivo, contar o no con el acompañamiento de su pareja y con una red social de apoyo, etc.).

Un pequeño universo de experiencias

Durante el proceso de gestación se producen múltiples cambios físicos, fisiológicos, en la estructura cerebral, psíquicos y sociales (p.ej. cambios en los niveles hormonales y de neurotransmisores, en las estructuras relacionadas con el procesamiento emocional, la memoria, la capacidad de adaptación y resistencia al estrés y el egocentrismo; se da una reestructuración de la dinámica familiar… todo ello contribuye a ir creando un espacio psíquico y físico para el/la bebé y ser más eficiente al responder a sus necesidades.

Una madre gestando está más conectada con la vida y con la esperanza, vehículos necesarios para impulsar la vida dentro de su vientre. Winnicott señala que, durante el embarazo, la madre desarrolla una sensibilidad exaltada que le permite conectarse con la fragilidad del ser que lleva dentro, con esta identificación, puede reconocer y responder a las necesidades de su bebé, facilitando que lo constitucionalmente heredado se haga realidad, y que su bebé experimente que existe y es real.

De forma similar, Bion nos habla de la función contenedora de la madre que se va ejecutando desde la gestación, la cual es la capacidad de apertura y receptividad a las experiencias y necesidades de su bebé, para darle sentido dentro de sí misma y poder entonces ayudar a este a tolerarlas, entenderlas y aceptarlas de forma más sana (como cuando una gallina tritura el maíz antes de ofrecérselo a sus pollitos).

Así mismo, durante esta etapa se produce, en términos de Bydlowski, una Transparencia Psíquica: un estado psíquico gradual donde los sentimientos, conflictos y recuerdos están a flor de piel, lo que permite que mamá pase tiempo fantaseando y recordando su propia niñez; si fue grata, podrá imaginar la infancia de su bebé, si no, puede manifestarse en angustia, depresión, reagudización de duelos o desear interrumpir el embarazo. Por ello, se hace tan provechoso estar en psicoterapia o iniciarla en esta época, pues los temas emocionales están mucho más disponibles para ser trabajados y sanados. 

Una nueva identidad

Deutsch descubrió que la madre aporta a su embarazo ciertos factores emocionales y situaciones conflictivas que se relacionan con las manifestaciones orgánicas propias de la gestación. Durante la misma, la mujer se confronta con la realidad de asumir el rol de madre y dejar su rol de hija, complejo proceso que resalta la capacidad de cuidar y que a su vez genera angustia y temores. 

Ella revive sus experiencias en torno a la maternidad para elaborar y reparar las faltas, fallas y desencuentros con su propia madre; también se valorizan las vivencias positivas, el afecto y los cuidados internalizados, sirviendo de modelaje para asumir su nuevo rol. Este proceso puede ser doloroso, pero a la vez liberador

Al final, la nueva madre emergerá con un Yo fortalecido y expandido, teniendo más consciencia de sus capacidades y límites, desarrollando aspectos de su ser no conocidos anteriormente y estando más disponible emocionalmente para los suyos, para convertirse en una madre suficientemente buena

Por otro lado, el parto tiene el potencial de ser una experiencia reparadora para la madre, pues al dominar los temores y el dolor, se crea un sentimiento de triunfo y constituye el verdadero éxtasis en el primer momento de la maternidad (Deutsch, 1951). Si el nacimiento no puede ser natural, no significa que acarreará una perturbación insuperable; todo puede repararse durante la crianza. Cuando ambos padres desarrollan su nueva identidad, facilitan la creación de un espacio para el desarrollo físico y psíquico del recién nacido/a.

Durante el postparto y la lactancia, se abre un nuevo mundo para la madre, donde se continúan los elementos psicológicos que acompañaron la concepción, el embarazo y el parto, y se retoma las relaciones con el ambiente, a través del hijo/a, también se hacen evidentes las fuerzas altruistas de la maternidad. Este periodo es muy singular para cada madre, el acompañamiento emocional de su pareja y la red social de apoyo pueden facilitar la adaptación.

Cuidemos a la nueva madre

Es importante cuidar la salud mental de la madre naciente, pues no solo repercutirá en su bienestar, sino también en la salud mental de su bebé y su familia. Puedes ayudarla:

  • Escuchándola y normalizando la ambivalencia que puede existir, especialmente al inicio del embarazo.
  • Validando sus emociones y experiencias, y brindándole contención.
  • Motivándola a que confíe en sí misma, en su capacidad para conectar consigo misma (física y psíquicamente) y con su bebé: es la mejor mamá para su bebé.
  • Brindándole sugerencias bien fundamentadas, desde la empatía.
  • Respetando sus decisiones
  • Si eres la pareja, manteniendo el canal de comunicación emocional abierto, para poder compartir sentimientos, emociones, temores, fantasías, y así juntos poderlos tolerar, entender y procesar, y poco a poco ir construyendo la pa/maternidad.
  • Valorando la búsqueda de ayuda profesional, para así iniciar una maternidad más consciente.