Influencia: un super poder que impacta a los estudiantes

Por: Marialejandra Delgado, Psicóloga Clínica

La mayoría de los programas educativos de escuelas oficiales y particulares, se han enfocado en resaltar aquellos estudiantes que desean desarrollar solamente poderes eléctricos o de fuego (interés sólo en las ciencias naturales y matemáticas) como es el caso de la robótica, pero no nos hemos preguntado ¿Qué hacemos con aquellos estudiantes que desean poderes de telequinesis (intereses sociales, económicos, psicológicos o políticos), poderes de la tierra (interesados en la agricultura y ganadería), poderes del viento (intereses en los lenguajes) o poderes místicos (interesados en las artes o música)? Las películas que tratan sobre superhéroes nos han enseñado que cada héroe resalta por su originalidad de poderes volviéndose indispensable a la hora de resolver problemas que impacten la humanidad. Esta realidad debería ser la misma en el sistema educativo. Debe enfocarse en desarrollar el potencial de los estudiantes en sus áreas de interés para que juntos, como en las películas, poder resolver los problemas de nuestra sociedad. La educación es un fenómeno complejo que involucra dos sujetos, el educando y el educador, que colaboran para el mismo fin: el desarrollo integral de la persona del educando. Para que acontezca y se desarrolle el acto educativo, se necesita, que los sujetos se encuentren y que entre ellos se establezca una relación constructiva. La importancia de las relaciones en los procesos pedagógicos relacionados con la enseñanza ha sido destacada por varios autores. Probablemente uno de los autores más mencionados en la literatura es Vygotsky, cuyas teorías se enmarcan en el ámbito del constructivismo, pero introduciendo en dicha teoría un matiz innovador. La novedad del pensamiento de Vygotsky es en efecto la introducción del aspecto relacional como factor fundamental del aprendizaje entendido como construcción del conocimiento. El psicólogo soviético contribuye de manera decisiva a fijar la mirada de los que se ocupan de educación en el concepto de interacción social como factor mediador del aprendizaje. Si por un lado la construcción del conocimiento es un proceso personal que tiene que poner en acto el sujeto que quiere aprender, a la vez es una construcción “compartida” de significado: en el proceso de atribuir significados a los objetos del aprendizaje (la realidad misma es, de hecho, objeto de aprendizaje) el rol de la interacción social es fundamental (Vygotsky, 1988, citado en: Dubrovsky, Iglesias, Farías, Martin y Saucedo, 2002). Las actuaciones de los profesores son un referente para los escolares. Los alumnos perciben lo que hacen y dicen los profesores y tienden a imitarlos. La influencia es muy amplia, va desde el modo de relacionarse, las actitudes, los valores, la interpretación emocional de situaciones, etc. Los maestros son conscientes de esto y utilizan el modelado (proceso de aprendizaje a través de la observación, en el que la conducta de un sujeto, actúa como estímulo para generar conductas, pensamientos o actitudes semejantes, en otras personas que observan su actuación) como método para enseñar nuevos contenidos, pero ¿qué sucede con aquellas cosas que estamos transmitiendo de manera no intencional? Por ejemplo, si me cuesta admitir mis errores, trasmitiré sin quererlo, que equivocarse es algo negativo. Aunque de manera consciente considere que es normal equivocarse, puede que con mi comportamiento esté transmitiendo otro mensaje. Es recomendable que los profesores puedan pedir ayuda a un profesional si se encuentran con algún aspecto más difícil de manejar. Por ello, es importante que puedan desarrollar una adecuada capacidad de introspección y reflexión, que les permita darse cuenta de ello y trabajarlo, ya que el aprendizaje saludable que transmitan los profesores a sus estudiantes se convertirá en la guía de sus futuras acciones. Los profesores pueden ayudar a que los niños construyan una imagen positiva de sí mismos. Reforzándoles, generando expectativas de logro adecuadas y facilitando que el menor se sienta aceptado. Es importante que se respete el ritmo de adaptación y aprendizaje de cada menor. Son los profesores quienes poseen la facultad de ayudar a que sus alumnos sean inteligentes emocionalmente. “El miedo, la ira, la tristeza, la ansiedad son normales y necesarios para nuestra supervivencia; sin embargo, son negativos cuando impiden a los estudiantes tomar decisiones o solucionar problemas, cuando los paralizan e impiden hacer lo que les gusta”, señala Sergio Mora (SM), experto en neurociencias y aprendizaje. Por esta razón es importante enseñar a los alumnos a transformar las emociones negativas en positivas. De hecho, reconoce Amanda Céspedes (AC), destacada neuropsiquiatra infantil, la labor de los docentes es crucial en ese aspecto. “Los docentes deben intentar crear un aula de seguridad emocional, en la cual exista una comunicación afectiva y efectiva entre profesor y alumnos; para que se resuelvan de modo adecuado los conflictos y exista una sólida corriente vincular. Los niños llegan a menudo muy cargados de miedo, de rabia, de pena, y en un ambiente acogedor pueden relajarse”. Finalmente, todos recordamos a muchos de los profesores con los que hemos compartido aula. A algunos, de forma positiva y con afecto y a otros con reproches o malestar. La relación entre profesor y alumno es un vínculo potencialmente inspirador que puede orientar, reforzar y sacar lo mejor de cada niño. Son muchos los profesores que conocen del papel tan importante que ocupan en la vida de sus alumnos y actúan desde el privilegio y la responsabilidad que supone. Por ello, te dejamos algunas contribuciones de los profesores para favorecer la seguridad emocional en la escuela:

El profesorado debe tomar conciencia de la relevancia de su papel como modelo para el niño.  La reflexión de los profesores sobre las expectativas propias y sus estilos de relación con el alumnado ayudan a la mejora y el ajuste de ambos.  Los profesores necesitan crear un ambiente cálido y acogedor, en el que los niños se sientan seguros y en el que se atiendan sus necesidades.  Las interacciones profesor-alumno deben caracterizarse por la sensibilidad, disponibilidad y coherencia.  Los profesores pueden ayudar a que los niños construyan una imagen positiva de sí mismos. Reforzándoles, generando expectativas de logro adecuadas y facilitando que el menor se sienta aceptado.  Es importante que se respete el ritmo de adaptación y aprendizaje de cada menor.  Los niños necesitan que familia y escuela trabajen de forma conjunta, para ofrecerles una mejor educación.  Y para poder realizar todas estas tareas tan importantes y complejas de manera adecuada, el profesor necesita cuidarse. Es un trabajo de mucha responsabilidad, en ocasiones no reconocido y en el que los resultados no siempre son observables a corto plazo. Por lo que los profesores necesitan contar con recursos que les permitan atender a los alumnos sin descuidarse, manteniendo su autocuidado.