La base de la conexión con nuestros hijos

Por: Sofía de Diego, Psicóloga

El origen de nuestras expectativas, miedos e inseguridades muchas veces nos elude. Como en  cualquier situación, cuando no entendemos sus causas, es difícil evitar sus consecuencias. Es por eso que entendernos como seres humanos, es quizás el mejor regalo que, como padres, podremos darles a nuestros hijos. Ya que en la medida que nosotros podamos conectar con nuestros hijos, dejando  a un lado nuestras agendas, podremos realmente estar con ellos. Más allá, podremos conocerlos  a un nivel donde ellos se sientan vistos, validados y escuchados.  

Una forma común en que la falta de introspección se manifiesta es a través de las cosas que nos  gustarían que nuestros hijos logren. Como padres, es fácil justificarnos que lo que nosotros  queremos para nuestros hijos es sinónimo de lo que realmente es mejor para ellos. 

Por ejemplo,  cuando quiero que mi hijo(a) se vista de cierta forma o haga cierta actividad, ¿de dónde viene ese  deseo?, ¿si él(ella) no quiere, me molestaría? ¿lo obligaría? ¿por qué? Muchas veces vemos a nuestros hijos como una extensión de nosotros o una oportunidad para vivir vía ellos cosas que  nosotros ya vivimos o hubiéramos querido vivir. 

Es posible que nuestros hijos también anhelen lo que nosotros queremos para ellos, pero independientemente de si esto sucede o no, tenemos que estar preparados para poner sus necesidades sobre las nuestras. Si no entendemos nuestras necesidades, no vamos a poder separarlas de las de nuestros hijos, y por ende los estaríamos privando de la oportunidad de vivir su  propia vida.

Como decía Carl Jung, la peor carga que un niño debe sostener es la vida no vivida de sus padres. Nuestros hijos se van a ver afectados y en necesidad de reparar, ya sea a nivel  consciente o inconsciente, nuestros sueños abandonados, nuestros amores no correspondidos y  la realización incompleta de nuestro plan de vida. Si librarlos de esta carga es, sinceramente, lo  que queremos para ellos nos toca empezar un proceso para sanar nuestras heridas, entender nuestro pasado y vivir una vida en plenitud.  

La clave de una crianza sana es aceptar a nuestros hijos tal y como son. De lo contrario el rechazo, aunque sea de una parte de quien ellos son, les quita el permiso de aceptarse a ellos mismos y los obliga a comenzar a reprimir su naturaleza. Esto inevitablemente trae consecuencias negativas y los hace sentir de formas que no desearíamos conscientemente para nuestros hijos.  

Lastimosamente, no podemos darles a nuestros hijos algo que nosotros mismos no tenemos. Al  aceptar nuestra historia tal y como es, les damos permiso de escribir la suya. Debemos entender  que nuestras vidas y las de nuestros hijos son distintas. El puente entre ambas debe estar lleno  de amor, aceptación y conexión.