Manejando mis emociones y ayudando a mis hijos a manejar las de ellos

Por: Marcela Sofer, Psicoterapeuta de Niños, Adolescentes y Adultos

Manejar nuestras emociones es un tema que tarde o temprano tenemos que enfrentar.

Existen muchas emociones que pueden ser difíciles de transitar. Como padres muchas veces podemos notarlo en nuestros hijos. Por ejemplo, cuando un bebé llora porque tiene hambre o cuando crece y empieza a sentir miedo por ver los “malos” en las películas y no puede dormir por las noches o cuando llega de la escuela triste porque un compañerito se burló de él. A medida que siguen creciendo las situaciones crecen en complejidad y nuestros retos como padres también.

Para estar conscientes de nuestras emociones toca parar y pensar, sin embargo, a veces la vida va tan rápido que no nos da tiempo para eso. En la práctica privada, las personas asisten con un síntoma que les preocupa. ¿Como qué? En adultos vemos dificultad en el sueño, ansiedad, entre otros. Algunos síntomas en niños son orinarse en la cama a edad que no deberían, niños con pataletas a edades que no deberían, entre otros. Muchas de estas dificultades tienen una su raíz en la regulación emocional.

Cuando somos adultos llevamos toda la vida utilizando algo que llamamos mecanismos de defensa. Que son justamente estrategias que escogemos inconscientemente para mantener una homeostasis, un equilibro interno, que nos mantiene funcionando. Nuestra mente es muy sabia y trata de protegernos, ayudándonos a manejar las situaciones para poder seguir adelante.  Sin embargo, cuando abusamos de ellos dejan de ser adaptativos y se vuelven disfuncionales.

Para manejar emociones difíciles debemos poder estar consciente de ellas, nombrarlas, pensarlas, sentirlas, procesarlas y aprender a manejarlas. ¿Qué tengo que hacer para empezar? Debemos empezar pensando en nosotros mismos y conocer mejor nuestro mundo interno. Atrevernos a preguntarnos ¿Cómo manejo mis emociones? ¿Cómo fue mi historia? ¿Podía expresar mis emociones en casa? ¿Cuales podía expresar y cuáles no? ¿Cómo mis padres reaccionaban cuando expresaba mis emociones? Es aquí donde está el secreto, poder entender en nosotros mismos lo que nos cuesta ver para entonces poder estar consciente de nuestro propio manejo de emociones y ayudar a nuestros hijos a manejar las de ellos.

Aunque puede parecer algo sencillo, entender nuestras emociones es una de las herramientas mas poderosas en la crianza. Nos ayuda a entender nuestras propias reacciones y a separar nuestra emoción de la de nuestro hijo. Cuando no estamos claros de los que nos pasa, por qué nos pasa, cómo nos afectan las emociones que transitan nuestros hijos, se nos hace difícil poder gestionar la situación de una manera sana.  Al separarlas nos ayuda a contener emociones que son difíciles para ellos y darles un reflejo más regulado, lo cual tiene dos propósitos uno ayudar a que regulen y dos evitar que la situación escale y se salga de proporción. Pongamos un ejemplo, si mi hijo grita, hace una pataleta y yo le grito estoy sintiendo lo que mi hijo siente y reaccionando a ello. Si logramos separar la emoción entonces podemos ayudar al niño a manejar la emoción, validando lo que siente y ayudándolo a pasar por la misma.

Si yo no tolero la tristeza no voy a poder tolerarla en el otro, si yo no tolero la rabia no voy a saber qué hacer cuando mi hijo se ponga bravo, y así con todas las demás emociones.

Nuestro trabajo como padres puede ser retador, especialmente hoy en día cuando existen tantas exigencias externas, pero nunca es tarde para empezar a reflexionar en estas cosas que nos ayudan tanto en criar a nuestros hijos con buen manejo emocional, una herramienta muy importante para la vida.