Mitos sobre las parejas

1 – Las parejas felices no pelean.

Falso. Dos personas que son diferentes en personalidad, que tienen deseos e intereses distintos y que  vienen de diferentes familias, seguramente se encontrarán con uno o muchos desacuerdos a lo largo de su relación, lo cual los puede llevar a discutir.    Las discusiones o peleas en las parejas no tienen nada de malo, sino lo que se llega a hacer o decir durante alguna (insultarse, agredirse físicamente, ofenderse, etc.).  Si una pareja no discute en ningún momento, lo más probable es que alguno de los dos o ambos estén reprimiendo sentimientos, los cuales pueden salir más adelante, sin previo aviso, de una manera muy agresiva.

2 – Los celos son una señal de amor verdadero.

Falso. Los celos provienen del temor de perder al otro y esto puede llevar a concluir que se trata de amor verdadero.  Pero en realidad se trata de una comparación que está haciendo el o la celosa entre sí mismo(a) y un tercero. Una comparación en donde él/ella siente que sale perdiendo, y donde este tercero puede quedarse con su pareja.  Entonces, no se trata de amor en sí, sino de una falla en la autoconfianza del celoso(a).  Los celos pueden dañar una relación cuando se convierten en una vigilancia obsesiva sobre lo que hace, dice, ve, piensa y escribe la pareja, llevándolo a perder su espontaneidad y libertad.  Lo ideal es que ambos en la pareja tengan su fuente de autoconfianza dentro de sí mismos, y no que dependan exclusivamente de la re-afirmación del otro.

3 -Para que una situación mejore, el otro debe cambiar.

Falso y cierto a la vez.  Usualmente cuando hay un conflicto, nuestros pensamientos se enfocan en lo que el otro hace mal y cómo esto nos afecta.  Pero en realidad “it takes two to tango” (se necesitan dos para bailar un tango).  Tal vez es cierto que la pareja puede hacer algunos cambios en su comportamiento, pero para que este no se vuelva defensivo, es mejor pensar en las formas en que uno mismo contribuye al conflicto.  Por ejemplo, si una mujer se molesta porque su marido/novio no la lleva a cenar tanto como antes, es evidente que el hombre no está haciendo su parte, pero podríamos preguntarle a la mujer si ella le ha hecho invitaciones a su pareja o si al menos le ha dicho que extraña salir con él.  Muchas veces los conflictos se resuelven con unas simples palabras, a menos que uno espere que el otro adivine lo que queremos, lo cual nos lleva al siguiente mito.

4 – No tengo que decirle a mi pareja lo que siento y quiero. Si él/ella me ama de verdad, debería saberlo.

Falso. Los niños chiquitos tienen la necesidad de que sus padres entiendan lo que ellos necesitan porque muchas veces no conocen las palabras para pedirlo o expresarlo.  Pero como adultos, tenemos la responsabilidad de comunicar lo que nos pasa y lo que deseamos. Tal vez este mito provenga de la necesidad de medir cuan conectado está el otro con uno, pero la realidad es que nadie puede leer la mente de los demás.  Una mejor manera de ver la calidad de la conexión es observar la respuesta del otro cuando le expresas tus emociones y tus deseos:  ¿Te escucha? ¿Te trata de entender?

5 – Es mejor no decirle a tu pareja cuando estas molesto.

Falso. Una persona reprime su rabia cuando siente que esta emoción puede lastimar al otro, así que pone sus intereses de último.  Pero esta rabia no desaparece, sino que se va acumulando.  Con el tiempo, esta acumulación puede traer síntomas fisiológicos (dolor de cabeza, etc.), o bien, puede encontrar pequeñas salidas de escape para expresarse de manera indirecta. Por ejemplo, a través del sarcasmo, las bromas pesadas, o haciendo, sin darte cuenta, cosas que sabes que a tu pareja le molestan mucho.  Lo ideal es que ambos puedan expresar su rabia de una manera asertiva: Ni muy agresivo (¡Te he dicho mil veces que no dejes la toalla tirada en el baño!), ni muy pasivo (¿Sabes que el esposo de fulanita siempre guinda la toalla después de bañarse?).   Ambos deben poder confiar en que el otro validará sus emociones aunque no esté de acuerdo y que juntos podrán buscar opciones donde ambos se sientan satisfechos.

6 – Las parejas deben pasar todo el tiempo juntos.

Falso.  Es importante que cada uno tenga un espacio para sí mismo, lejos del otro de manera ocasional.  Esta lejanía puede traer beneficios para ambos que pueden ser sorprendentes: Por ejemplo, estar lejos de tu pareja a veces puede hacer que aprecies más su presencia cuando vuelvan a estar juntos;  también te da la oportunidad de fortalecer tu individualidad y tus intereses; y finalmente, puedes aprender a disfrutar el estar solo contigo mismo y a no necesitar excesivamente la compañía de otro para sentirte bien.

7 – Una pareja feliz debe tener sexo al menos __ veces a la semana.

Falso.  No hay una respuesta correcta sobre la frecuencia con la que una pareja debe tener sexo ya que la vida sexual de cada una varía según la edad, estilo de vida, la salud de cada uno, la calidad de la relación y la etapa por la que están pasando juntos.  Lo importante no es decidir la cantidad de veces que tendrán intimidad, sino poder conectarse con las necesidades de cada uno, sus deseos y posibles barreras que les dificulten la cercanía, para así dejar fluir naturalmente su propio ritmo y frecuencia.

8 – Mi pareja debe ser la fuente de mi felicidad.

Falso. La felicidad de uno no depende de otras personas.  Es necesario sentirse satisfecho consigo mismo (tener buena autoestima) para encontrar esa felicidad interna y poder compartirla con la pareja.  Si una persona cree que su pareja debe velar por su felicidad, tendrá un compañero que vivirá sintiéndose culpable cada vez que algo salga mal.  Por el contrario, si la persona se da cuenta que su felicidad no depende de su pareja, entonces seguirá sintiéndose bien aunque el otro cometa errores y lo podrá perdonar con mayor facilidad.

9 – La pasión y emoción que existe al principio de la relación debe mantenerse igual por siempre.

Falso.  Cuando nos enamoramos, creemos que esos sentimientos durarán por toda la eternidad y pensamos que debemos mantener la magia por siempre.  Pero la realidad es que las personas, los sentimientos, los sueños y la vida misma cambian, y es importante que ese amor también se transforme y madure para poder tolerar los retos de las siguientes etapas de la relación. Es comparable a las experiencias de tener un hijo: Primero crees que de recién nacido es la mejor etapa. Luego, cuando ya puede decir “mamá” y “papá”, crees que esa es la mejor. Pero luego, ya puede caminar y correr, y mientras disfrutas corretearlo un día en el parque escuchando su risa, piensas: “no, esta es mi etapa favorita”.  Las parejas que sobreviven la disminución de aquella fantasía del inicio, logran disfrutar también las siguientes etapas, aunque sean diferentes.

10 – La terapia de parejas es solo para los divorcios o relaciones que están dañadas.

Falso.  La terapia de parejas también puede ayudar a prevenir que una relación se deteriore, donde se pueden aprender habilidades o herramientas para mantener una buena relación o mejorarla. Otras razones comunes para beneficiarse de la terapia de parejas son las siguientes:  cuando sientes que lo que has intentado para resolver un conflicto no funciona; cuando alguno se siente desconectado emocional, física o sexualmente de su pareja; cuando alguno prefiere no hablar ni resolver los conflictos y estos se hacen más grandes; cuando uno piensa que el otro tiene la culpa de los problemas; o cuando alguno comienza a pensar en separarse.  Buscar ayuda es siempre mejor que quedarse estancado en lo mismo.