¿Por qué aceptamos las emociones de los demás, pero no las nuestras?

Por Rodsella Aragundi, psicóloga y psicoterapeuta @aragundipsicologa 

Publicada originalmente Revista Así Soy Mujer, Abril 2020

En estos tiempos estamos confrontando una situación peculiar, lo cual pude sentirse como algo muy peligroso. ¿Pero qué podemos aprender de nosotras mismas, aún cuando se nos pone en frente mucha incertidumbre?

Primero que nada, podemos reconocer que no estás sola en esto. Como tú, hay muchas que se pueden encontrar sintiendo de igual manera. Esto ayuda a validar que lo que estamos sintiendo, es algo normal y necesario.

Quizás has escuchado de que uno debe mostrar una fortaleza ante situaciones de estrés, que hay que ser emocionalmente inteligente y que no hay espacio para ser vulnerable. Comúnmente se asocia la vulnerabilidad como algo negativo, una pérdida de tiempo. ¿Y si tomamos un tiempo para reconocer que nos sentimos vulnerables en ciertos momentos, pero igualmente, somos funcionales?

Si hay un momento del día que nos sentimos encerrados y queremos llorar, podemos hacerlo y seguir adelante. Reconocer la emoción y validarla, no reprimirla.

¿Por qué aceptamos las emociones de los demás, pero no las nuestras?
En ocasiones es más facil reconocer las emociones del otro y no las nuestras. Podemos sentir que tenemos que ser la persona fuerte de quién otras personas se van a apoyar. Esto puede ocurrir cuando tenemos hijos, el transmitir seguridad y confianza se vuelve un trabajo arduo.

Expresiones como llorar, sentir miedo o enojarse pueden ser preocupante para un padre, que no desea que sus hijos lo vean así o hacerlos «sufrir».

Los niños y adolescentes pueden sentir nuestros estados emocionales, la clave es la manera que decidamos expresarlos. No debemos hacerlos responsables de nuestra carga. Pero si podemos ayudarlos a ellos a gestionar las suyas. ¿Cómo lo hacemos? Cuidando y prestando atención a nuestras emociones y sentimientos.

Auto-cuidado
Te dejo algunas sugerencias de cómo puedes trabajar en encontrar un punto medio saludable que nos ayude a expresarnos y hacernos más resilientes ante situaciones difíciles.

  • Date un espacio personal para poder reconocer tus emociones, sin juzgarlas.
  • Explica a tus hijos que has tenido un día difícil y que necesitas un momento, haciendo énfasis que no se trata de ellos o que es su culpa. De esta forma le damos el mensaje que los sentimientos negativos son una oportunidad para lidiar con los mismos.
  • Procura un balance, sin ir a los extremos. Es decir, no neguemos las emociones ni tampoco las desatemos de manera desbordada.
  • Compartir cómo te sientes puede hacer sentir que tu hijo/a es capaz de compartir de manera sincera, cómo se siente él o ella. Se vuelve un efecto multiplicador de salud mental.