Redefiniendo el rol de la mujer y liberarnos de la culpa

Por: Ana Gabriela de Obaldía, Psicóloga Clínica @psic.anagdeo

No es un secreto que en las últimas décadas el rol de la mujer dentro de la sociedad y en las familias ha cambiado mucho. Desde la primera guerra mundial cuando los hombres eran obligados a ir al campo de batalla y los puestos de trabajo quedaron vacíos las mujeres se toman la fuerza laboral demostrando que son tan capaces de trabajar como ellos, y además muchas se sentían muy bien siendo proveedoras del hogar, este espacio no solo les dio la oportunidad de poder salir de sus casas para vivir su día de una manera diferente, sino también poder vivir otros aspectos de su vida con más libertad (pasa tiempos, sexualidad, maternidad, etc.) todos estos movimientos cambiaron el rol de la mujer en la sociedad occidental, obviamente con todavía un largo camino por recorrer. Estas mujeres nos ayudaron a tener más libertad social, pero de algo que todavía no nos hemos logrado desprender es de la culpa, una emoción muy característica del sexo femenino. ¿Por qué sentimos culpa? ¿Somos realmente libres si sentimos culpa por lo que decidimos hacer con nuestra vida?

Cada vez se escuchan más discursos muy extremistas entre “todo” o “nada” en las mujeres: entre amigas, en la consulta, en familia o en el trabajo sobre el rol que desempeñan en estas áreas. Solemos escuchar muchas autocríticas “siento que no hago bien mi trabajo” “no paso mucho tiempo con mis hijos” “me da miedo que mi pareja me deje” “no me siento bien con mi cuerpo” se ha idealizado a la mujer superpoderosa que puede cargar con todo (trabajo, casa, familia, amigos, vida saludable) creando en muchas mujeres sentimientos de inferioridad e inseguridad por no cumplir esta idea imposible generando también como ya mencioné mucha culpa.
 

Marcela Lagarde nos menciona que la mujer ha estado históricamente en una posición de complacer al otro, es decir se reconoce a la mujer por su “contribución de complacer a los demás” a lo que quiero llegar es que las mujeres no solo las ha afectado su posicionamiento en la sociedad como el “sexo débil” y cuidadoras del hogar, sino como esto se ha inscrito en nuestra mente generando muchísima culpa debido a que no podemos serlo todo para el otro, y no es una falla de “ser mujer” sino que es una condición humana; sin embargo, estamos atadas a seguir un modelo de mujer que es irrepetible. Es por esto que para que las mujeres puedan liberarse de la culpa que las persigue debemos redefinir el rol de la mujer, pero de forma individual, dejar a las mujeres construir su propio modelo y deseos que no sean impuestos por la sociedad alejándose de los mandatos acerca de “complacer” “cuidar” “perfección” y centrándose más en la realidad de los deseos de la mujer individual.

En conclusión, como sociedad debemos también valorar la subjetividad de cada mujer, alejarnos de nuestros juicios construidos y ver la feminidad como un camino por recorrer de manera individual, basándose en la historia, deseos, cultura de cada una. Porque al final encarcelar a las mujeres dentro de la culpa no solo las afecta a ellas, sino a todos nosotros.