4 Respuestas Que Hunden Nuestro Barco

Por: Mgtr. Solymar Dolande, Psicoterapeuta

Son muchas las reacciones que han generado los cambios de esta pandemia en todos nosotros. Y, con frecuencia, me encuentro con diferentes opiniones en las redes sociales sobre cuál es la mejor manera de responder.  De hecho, una frase me llamó la atención: 

 “Todos tenemos derecho de lidiar con esta crisis de la manera que mejor podamos”.  

Por un lado, pienso que la frase intenta respetar nuestra individualidad en la manera en que respondemos a la crisis. Pero, también me quedé pensando si verdaderamente cualquier tipo de manejo es adecuado, y–más importante aún–si es sano.   

Es por eso que les comparto mi opinión sobre algunas respuestas que, aunque se den sin darnos cuenta, pueden comprometer nuestra salud mental y nuestras relaciones. Y, así, dificultar nuestra supervivencia a este reto global. 

¿Cuáles son las reacciones normales?

Según la OMS, casi todas las personas que se ven afectadas por una emergencia, experimentan cambios psicológicos, los cuales varían de persona a persona y pueden darse en sentidos opuestos.  Por ejemplo, algunas personas se están sintiendo ansiosas, irritables o insatisfechas, mientras que otros se enfocan en lo positivo. Otro ejemplo: es que algunos sienten mucha energía para ejercitarse, tener rutinas de productividad y comer saludable; mientras que otros, solo tienen energía para dormir y comer. 

Estas respuestas (y muchas otras no mencionadas) se consideran normales ante situaciones de crisis, como la que vivimos a raíz del Covid 19. 

Adicional, influyen en nuestras reacciones las estrategias que usamos para manejar cualquier situación estresante, y si sentimos que esas herramientas que tenemos son suficientes para afrontar el problema. 

¿A qué se deben las respuestas distintas?

Como es evidente, nuestras reacciones siempre pueden ser diferentes, aun en los miembros de una misma familia.  Y es que estas diferencias tienen origen en nuestra historia personal, la red de apoyo que sentimos que tenemos, otros eventos estresantes que le han precedido a este tiempo. Y, también cómo esta pandemia y sus cambios impactan nuestra cotidianidad en el ahora y el mañana. 

Por esta razón, decimos que “estamos navegando bajo la misma tempestad, pero no en el mismo barco”. Para referirnos a que hay algunas/os personas que navegan esta crisis con diferentes niveles de resiliencia y fortaleza emocional. 

Todas las reacciones anteriores son válidas, y tenemos derecho a que se nos respete. Pero, hay algunas que no son sanas, y te recomiendo que estés alerta.   

Las siguientes son algunas respuestas que podrían hundir nuestro barco o el de otros si no hacemos cambios:

1.Violencia doméstica: Muchos países han comunicado que ha habido un incremento en los reportes de violencia doméstica. Y es que el distanciamiento social, la interrupción de rutinas diarias y la ansiedad, pueden hacer que se reaccione con irritabilidad, aumentando las tensiones en casa y hasta incurrir en la violencia física, psicológica, emocional o sexual.  Llevan especial riesgo, los hogares que han presentado violencia en el pasado, o donde ya había grandes tensiones.

Si conoces a alguien que haya sido abusad@ antes de la pandemia, llámale y pregúntale cómo esta.

*Si tú estas pasando por violencia doméstica, llama al Instituto Nacional de la Mujer al 169 o 323-3281. 

2. Abuso de sustancias:  Uno de los detonantes del uso y abuso de sustancias, como alcohol y marihuana, es la ansiedad. Algunos recurren a las sustancias para escapar de ella o para tratar de encontrar un sentido de normalidad. Sin embargo, el costo del alivio momentáneo que genera su consumo puede traer problemas a nivel físico, de salud mental, y en la familia.

3. Negación:  Esto ocurre cuando no aceptamos la verdad sobre una situación difícil o cuando minimizamos las posibles consecuencias, actuando “como si nada”. Lo usamos inconscientemente para aliviarnos de ansiedad o información amenazante que impacta nuestro sentido de control. La negación es oportuna cuando es pasajera, pero se vuelve dañina cuando se extiende y ponemos en riesgo nuestro bienestar o el de los demás con nuestro comportamiento y decisiones. Por ejemplo, cuando se ignoran las medidas de seguridad.

Para salir de ese estado mental, trata de identificar creencias irracionales o temores que tengas y piensa en los posibles efectos de mantenerlos. Si se trata de una persona cercana, evita usar la fuerza para conectarle con la realidad.  En su lugar, ofrécele hablar o escuchar, aunque el tema los haga sentir incómodos.

4. Pánico prolongado:  Cada vez que se anuncia un cambio que debemos acatar o nos llega una cadena con información amenazante, puede que reaccionemos con pánico.  Es decir, que nos sentimos inundados e impotentes ante la ambigüedad y la falta de control.

Esto es normal, pero cuando el pánico perdura, toma control de nuestras acciones y pensamientos, y nos puede llevar a la impulsividad y desesperación.  La mejor cura para el pánico prolongado es la prevención a través de herramientas que entrenan la mente a regularse, como la meditación.

Definitivamente, no tenemos control sobre esta tormenta, por lo que la respuesta ideal no existe.  Pero, sí tenemos control sobre la manera en que dirigimos nuestro barco. Así que con la dirección correcta, habremos llegado a tierra firme, sanos y a salvo, cuando pase la tempestad. 

Mientras tanto, te invito a pensar, ¿cómo estás respondiendo tú a esta crisis?