Apego, Afecto y Desarrollo Mitos y Realidades

1 – La maternidad es algo natural y por tanto tendré un vinculo instantáneo desde el momento del parto.

Falso. En el campo del desarrollo infantil, el apego se refiere a un vínculo o conexión emocional específica y especial que se forma entre madre-infante. Este se comienza a establecer con las ideas de la madre respecto de su bebé en el embarazo y cómo ésta se relaciona con su hijo, cómo piensa en él, cómo se lo imagina, cómo le habla… Todo esto va aumentando su sensibilidad y preparando el camino para responder mejor a las necesidades que el bebé exprese, después de nacer, a través del llanto.  No obstante, éste no es un fenómeno que ocurre en un momento preciso, incluso hay madres que no sienten ese amor por algunos días, mientras que hay otras que lo sienten desde que el bebé está en sus vientres… ambas reacciones son normales.  Ahora bien, es preciso saber que el vínculo más importante y duradero de todos es habitualmente el que se da entre el bebé y su madre o cuidador primario y que será la base para las futuras relaciones que el niño o niña tendrá con las demás personas a lo largo de su vida.

2 – La lactancia es una de las bases fundamentales para formar un apego sano.

Cierto. El apego y la lactancia natural han cobrado mucha importancia en las últimas décadas.  El contacto inmediato con la madre después del parto, favorece el vínculo afectivo entre el bebé y su progenitora.  Ese contacto piel a piel entre la madre y su bebé son vitales para su desarrollo físico y emocional, así como también le genera la posibilidad de que el niño reconozca en ella a la figura materna y desarrolle confianza en ella y en sí mismo.

3 – Si no le doy pecho a mi bebé soy una mala madre.

Falso. La lactancia materna es mucho más que leche. Cuando un bebé toma el pecho, además de leche recibe un abrazo prolongado, es sostenido en brazos muy cerquita de la cara de su madre, puede oír el corazón, escuchar su voz.  Todo ese contacto y esa interacción tan cercana supone un estímulo muy poderoso para el cerebro del bebé.  Por todo ello en cada toma los bebés sienten amor y placer.  Es muy importante entender cómo funciona la lactancia para poder asegurarnos de que si un bebé va a ser alimentado en biberón por la razón que sea lo único que se pierda sea la leche materna, pero no toda la estimulación e interacción que proporciona la lactancia.

4 – Soy una mamá que trabaja tiempo completo y no puedo responder a las necesidades de mi bebé.

Falso. Muchas madres con lactantes o niños de edad preescolar trabajan fuera de casa, por diversas razones, necesidad económica o porque necesitan mantenerse al día en una carrera o profesión. La cuestión de volver al trabajo o permanecer en casa es una decisión que cada madre debe tomar de acuerdo con sus circunstancias particulares.  Los hijos pueden crecer bien con cualquiera de las dos decisiones. Lo que influye sobre el desarrollo de un niño es la calidad y el cuidado que reciba.  Un niño al que se le quiera y se le cuide crecerá sin problemas independientemente de que la madre trabaje o no fuera de casa. No obstante, es importante tomarse su tiempo para escoger una buena niñera o un buen centro infantil, para estar seguro de que la educación de su hijo estará en buenas manos.

5 – Un niño nace diseñado para conectarse emocionalmente con su madre por una cuestión de supervivencia.

Cierto. La crianza con apego, propuesta originalmente por John Bowlby, afirma que el niño tiene una tendencia a buscar la cercanía a otra persona y se siente seguro cuando esa persona está presente y es sensible a cubrir sus necesidades tanto físicas como emocionales.  Así, el bebé nace con una serie de conductas que tienen como finalidad producir respuestas en las madres: la succión, la sonrisa refleja, el balbuceo, la necesidad de ser acunado y el llanto son las “habilidades” de las que el bebé dispone para vincularse con sus cuidadores.

6 – Sólo la madre biológica está capacitada para conectarse emocionalmente con su bebé.

Falso. La experiencia de la maternidad, el contacto físico con un bebé, el acto de tomarlo en brazos, abrazarlo, mecerlo, cantarle, alimentarlo, mirarlo detenidamente, besarlo y otras conductas nutrientes asociadas al cuidado del niño provoca un vínculo de apego con los padres biológicos, adoptivos y en general en cualquier persona que cuida habitualmente de un bebé. Así, las experiencias emocionales del niño con su familia permiten que él construya la capacidad de pensar el mundo que lo rodea y pensarse a sí mismo, es decir, construir su propio aparato psíquico, que se va a ir desarrollando hasta que logre ser alguien diferenciado como individuo e integrado a la sociedad.

7 – Los recién nacidos no necesitan al papá.

Falso. Un papá presente y cercano a la crianza de sus hijos es necesario en dos dimensiones. La primera es que el padre, a través del juego por ejemplo, le ayuda a salir al mundo y en el proceso de destete de la mamá.   Además son un modelo de identificación masculina para los niños y un modelo de diferenciación para las niñas.  Pero hay otro elemento muy importante con respecto a la presencia del padre en los cuidados del niño, que es su apoyo hacia la mamá.  En la primera etapa del nacimiento de un hijo, cuando un mujer se siente querida, cuidada y acompañada puede estar en mejor disposición  para la lactancia y la atención que resultan a veces tareas muy agotadoras.

8 – A los bebés y niños no se les debe tomar siempre en brazos de lo contrario se malcriará.

Falso. Es absolutamente necesario responder a las necesidades de contacto y afecto del bebé desde su nacimiento. Una forma básica de hacerlo es cogerle en brazos.  Un bebé pequeño necesita estar en brazos los primeros meses de vida, más aún si toma pecho, pues para ello debe pasar mucho tiempo en brazos de su madre.  Pero a medida que los bebés van creciendo y sus habilidades motrices, comunicativas y cognitivas van desarrollándose, sus necesidades van cambiando.  Así pues, los bebés piden estar en brazos es porque lo necesitan.  Responder a esta necesidad les aporta seguridad, confianza, tranquilidad y bienestar.

9 – Los bebés tienen que aprender a ser independientes desde temprana edad.

Falso. Un recién nacido no tiene sentido de su propia individualidad. Cree que su madre y él son una sola persona y no se da cuenta de que las manitas y piececitos que se mueven frente a él son los suyos.  Con el tiempo, a medida que se desarrolla mental y físicamente, irá comprendiendo que él también es una persona separada, con su propio cuerpo, pensamientos y sentimientos.  Lógicamente también querrá hacer las cosas a su manera y todo esto se dará en el marco de un proceso natural que lleva hasta esa independencia paulatina del bebé.  Este proceso de independencia debe darse sanamente, a partir de poder sentir a sus padres como una base segura que le permita salir a explorar su mundo con libertad y sin miedo.

10 – Es manipulador y malcriado el niño que se aferra a sus padres.

Falso. Cuando los bebés empiezan a gatear, generalmente, pasan por un período en el cual le temen a los extraños, lo que demuestra que ya poseen la capacidad de reconocer el rostro materno y percibe su ausencia. Cuando el bebé percibe que el vínculo con su madre está en peligro o cree que esta se puede alejar se desencadena las crisis de angustia de separación.  Ante la separación el bebé llora y busca contacto ocular y físico con su madre.  Si no se responde a estas llamadas con atención y contacto físico el bebé puede vivir una experiencia muy estresante ya que para él la separación de su madre o cuidador primario lo vive como una amenaza para su supervivencia.  Este período empieza generalmente como a los 8 meses y se puede presentar intermitentemente y perder intensidad hasta los dos años, momento en que ya son capaces de entender que aunque la madre no está presente, ella regresará y además puede prever su regreso.

11 – Debo saber todas las respuestas.

Falso. Pretender tener todas las respuestas o intentar ser una madre perfecta conlleva un costo muy alto de energía y autoexigencia, que dificulta el poder disfrutar de la maternidad y de la vida en general. La vocecita interna que nos indica hacer todo (y todo bien), más las hormonas revolucionadas por el embarazo, el parto y la lactancia, junto con la responsabilidad y la demanda continua del recién nacido, ponen a la madre en  riesgo de estar severamente presionadas y bajo un gran nivel de estrés.  Cada vez que esta idealización de ser la madre ideal no se cumple la mujer puede sentir enojo culpa y decepción, por no alcanzar esa meta.  En cambio la flexibilidad permite educar a los hijos bajo nociones importantes tales como el poder aprender de las equivocaciones o el tener segundas oportunidades.  No se necesita ser perfectas para ser buenas madres, ni buenas mujeres.  Los hijos necesitan madres “suficientemente buenas” y humanas.

Por: Katia Boyd de Garcia de Paredes