La conexión entre el cuerpo y nuestras emociones

Por: Rodsella Aragundi, Psicóloga y Psicoterapeuta (@aragundipsicologa)

Nuestras emociones frecuentemente afectan la manera que nos sentimos físicamente. Comúnmente nos referimos a estos sentimientos usando metáforas o expresiones como  ‘dolor en el pecho’ o ‘se me quiebra el corazón’ para referirnos a una tristeza profunda. Quizás en anticipación a alguna experiencia nueva te hayas sentido con mareos o con ‘mariposas en el estómago’. O quizás al estar en una situación incómoda, tus orejas se sienten calurosas o sientas un ‘fuego en el estómago’.

Te ha pasado que, si te sientes triste, puedes sentir una pesadez, casi como si hubiera un peso encima. O cuando te sucede algo vergonzoso, sientes que nuestro rostro se enrojece. Quizás cuando te sientes de muy buen humor o emocionado, tu cuerpo está lleno de energía.

La experiencia física de las emociones

Cuando experimentamos una emoción, nuestro cerebro se encarga de activar una serie de impulsos alrededor de todo nuestro cuerpo y así, cada emoción tiene cambios fisiológicos específicos. Estudios revelan que estos cambios se deben a la presencia de variaciones en los niveles de las hormonas y los neurotransmisores asociados con la emoción. Así, podemos notar que se impacta nuestra presión arterial, el ritmo cardíaco, patrones de sueño y hasta nuestro apetito.

La mente está compuesta de estados mentales como son los pensamientos, emociones, creencias, actitudes y es el cerebro el que nos permite experimentar estos estados emocionales de forma consciente o inconsciente. Muchas veces tenemos reacciones emocionales a situaciones sin estar consciente de porque estamos reaccionando, y en otras ocasiones lo que identificamos es una respuesta fisiológica asociada que es sentida en el cuerpo.

Relatando el estado emocional

Haz click para agrandar la imagen

Un estudio liderizado por Glerean y colegas en el año 2014, se concentró en trazar un mapa de las emociones básicas y las áreas del cuerpo que se activaban mientras se sentía la emoción.

Los resultados fueron muy enriquecedores. Por ejemplo, cuando sentimos enojo, la mitad superior de nuestro cuerpo, excluyendo los brazos, se activan y al igual que los pies. Mientras que cuando sentimos alegría, notamos la activación en la gran mayoría del cuerpo.

La tristeza, por su parte, puede sentirse en el pecho y la cabeza. Y cuando nos sentimos ansiosos, podemos tener un incremento en la parte superior de la pelvis.

Tu cuerpo empieza a relatar tu estado emocional, puede decirte si te encuentras calmado, en confianza, si te sientes triste, seguro y mucho más. A veces no nos damos cuenta de que nuestro cuerpo está reaccionando a nuestro alrededor. Podemos empezar a conectarnos nuevamente y aprender mucho acerca de nosotros mismos.

El impacto del estrés en nuestro cuerpo

Hay personas que pueden tener síntomas físicos que causan molestias en su diario vivir. Esto puede traducirse a preocupaciones, emociones o conductas acerca de los síntomas físicos. Es difícil conectarnos con los demás cuando nuestros pensamientos están centrados en nuestros síntomas. También nuestra concentración y desempeño en una tarea puede verse afectada.

Hay que notar que cuando sentimos estrés, nuestro cuerpo libera adrenalina y cortisol, conocidos como las hormonas del estrés. Ellas son responsables de darnos lo que se llama una descarga de adrenalina que ayuda a afrontar situaciones de peligro. Pero ¿qué pasa cuando no hay un peligro inminente y no hay necesidad de ‘pelear o escapar’? Esto puede tener un efecto permanente en nuestro cuerpo como un sistema inmune debilitado, problemas digestivos.

¿Cómo cultivar la conciencia emocional?

Te comparto algunas recomendaciones que te pueden ayudar a hacer la conexión y traer la consciencia emocional:

  • Una técnica para poder ponernos en sintonía con nuestro cuerpo es escuchar a nuestra respiración. Nota cómo tu respiración se encuentra, estás inhalando profundamente o estás respirando entrecortado. Si cierras los ojos por un momento, concentrándote solamente en tu cuerpo, que sientes, hay alguna sensación de molestia en algún lugar específico o irradia en todo el cuerpo. Trata de no juzgar, por ahora solo nota como te sientes y cómo se puede sentir en tu cuerpo.

 

  • Conectar las emociones con nuestras palabras, un primer paso para poder entender nuestras emociones es explorar donde se siente. Podemos describir de manera verbal una situación, pero a veces falta el componente emocional o al revés, sentimos en nuestro cuerpo la emoción, pero es difícil ponerlo en palabras.

 

  • Toma un momento para sentir lo que tu cuerpo está ‘hablando’, ‘¿Qué estoy sintiendo en estos momentos?’ haciendo un reconocimiento mental de donde se puede estar alejando una emoción en particular, ya sea en nuestra cabeza, en nuestros hombros, en mi corazón, en mi estómago, etc. Al hacer esta conexión, podemos darle un nombre y reconocerlo.

 

  • Dejar que las emociones lleguen a nosotros es casi inevitable, en vez de tratar de resistirlas o eliminarlas, solo genera una incomodidad mayor. El reconocer que no tenemos controles sobre ellas, pero que son nuestras aliadas, podemos aprender a tolerarlas y eventualmente a aceptarlas.

 

  • Evitar rotular las emociones como buenas o malas. Hay momentos que pensamos, debería sentirme de esta manera en vez de como me siento en estos momentos. Valida tus emociones, practica la autocompasión.

 

  • Empezar un dialogo con los demás, cuando alguna situación se siente incomoda, el poder hablarlo con alguien puede ser de gran ayuda. También nos da otra perspectiva. A veces solo necesitamos ser escuchados.

 

  • Antes de responder, tomar un tiempo para poder organizar nuestra mente y cuerpo antes de tomar alguna decisión.

Al tener consciente la conexión cuerpo y emociones podemos autoregular nuestras emociones. Es decir, responder a nuestras emociones y a lo que nos trata de decir sobre cómo vivimos las experiencias y nuestras relaciones interpersonales.