¿Cómo informar a un niño o adolescente que su ser querido ha fallecido?

Guía de acompañamiento de niños y adolescentes en duelo. 

Por: Mgtr. Damaris J. Samaniego Q., Psicóloga Clínica

¡Hola! mi nombre es Damaris y estoy en duelo… probablemente muchos de ustedes también lo están, no solo por el fallecimiento de seres queridos y las pérdidas aunadas a esa pérdida principal, sino también por las múltiples pérdidas que hemos tenido a lo largo del 2020; incluida la pérdida de la escuela y las actividades sociales físicas entre pares, de nuestros adolescentes y niños. 

La montaña rusa emocional

Por ello, todos estamos sensibilizados con esa “montaña rusa de emociones” que podemos estar experimentando, donde unos días nos sentimos bien y en otros momentos nos sentimos mal, intentando “hacer algo” con todo lo que sentimos hacia nuestro ser querido, para poder seguir avanzando. Los niños y adolescentes también experimentan estas emociones, solo que pueden expresarla de forma distinta a como la manifiestan los adultos. 

El duelo es un proceso, no es un estado ni una enfermedad, y su desarrollo permite alcanzar un nuevo grado de madurez y crecimiento personal. Es sano que por momentos los niños quieran jugar, rían a carcajadas o hasta hagan bromas (nadie puede estar conectado con su dolor 24/7 porque sería imposible tolerar), los chicos tienen esta facilidad y son los adultos de la familia que atraviesa un duelo, quienes deben procurar que se admitan tales conductas porque si no, pueden crear una culpabilidad injustificada.

¿Quién debe dar la noticia?

Primero, es necesario destacar que la noticia debe darla alguien que tenga un vínculo seguro con ese niño o adolescente, es decir, con quien él o ella se sienta cercano emocionalmente: que en sus distintas interacciones haya estado disponible, haya sido responsivo y se haya involucrado emocionalmente con ese chico. 

Esta es una recomendación ampliamente sostenida por muchos estudiosos del tema, recomendación que me enseñaron y que he compartido en muchas ocasiones, pero fue hasta hace poco que vivencié el impacto de la misma: yo sostenía la mano de mi abuela mientras le decía que “los doctores hicieron tooodo lo posible pero el corazón de mi tío no resistió… mi tío murió” y de inmediato me soltó la mano, porque claro, me convertí en “la portadora de malas noticias” en “la enemiga”, pero en menos de un minuto, ella volvió a tomarme la mano y se dejó consolar por mí, reflejándose el restablecimiento de nuestra conexión emocional que nos ayuda a procesar la pérdida a ambas. 

Si para los adultos es importantísimo poder tener quien los sostenga, contenga y acompañe en momentos tan difíciles, cuánto más lo es para los niños y adolescentes que aún están en desarrollo, y esto debemos tenerlo muy en cuenta para gestionarlo. 

Para los cuidadores que quedan a cargo de ese niño o adolescente en duelo, es vital que intencionadamente en sus interacciones manifiesten disponibilidad, responsividad e involucramiento emocional; de esta forma se preserva o restaura las conexiones interpersonales, se facilita la regulación emocional y las estrategias de afrontamiento adaptativas para sobreponerse a la frustración y a los duros desafíos que les esperan, y se garantiza la posibilidad de también experimentar emociones positivas.

¿Qué palabras debemos usar al dar la noticia?

Al momento de dar la noticia, es mejor utilizar la palabra clara “murió”. Quizás, dependiendo de la edad tengamos que responder algunas de las preguntas que pueda despertar esta palabra. 

Es importante que podamos responder a sus preguntas con claridad, p.ej. ¿qué es morir? Dejar de respirar, el cuerpo deja de funcionar, de sentir, de escuchar, de ver, de pensar… y ¿por qué la gente muere? porque estaba muy, muy, muy, muy, muy enferma (nótese mi énfasis en MUY, pues podemos enfermarnos sin tener que morir), o porque sufrió un accidente. 

Esto disminuye la confusión o la angustia innecesaria, p.ej. al decir “se quedó dormido” aunque suena pacifico, pudiera afectar el deseo que tenga el pequeño de dormir: en una ocasión una niña me dijo: “mejor no duermo, no sea que después no despierte como le ocurrió a mi abuelito”. 

También escuchamos que en ocasiones dicen, “se fue al cielo, ya está en un lugar mejor”, que si bien es cierto puede ser la conclusión basada en la fe y desde la experiencia personal, refleja más un ejercicio cognoscitivo y muchas veces impide la expresión de emociones desagradables que son necesarias como el enojo, incluyendo el enojo hacia Dios. Si dan el espacio para que el doliente viva y sienta lo que necesite, cuando avance en su proceso, seguramente elaborará también estas emociones. 

Fe como factor de protección

La Fe es un recurso valiosísimo, que aporta esperanza y confianza. Si usted es una persona de fe puede orar para tener discernimiento o para que el proceso de esa persona se desarrolle sanamente, o para que esa persona se sienta acompañada, etc., pero evite hacer referencia a la parte espiritual o dar recomendaciones desde lo espiritual, sin que primero la persona en duelo haya referido que es su creencia y es algo que le da bienestar; hay que respetar el tiempo y las necesidades de la persona en duelo. 

 ¿Deben los niños y adolescentes participar de los rituales de despedidas? 

La respuesta corta es sí, pues es muy necesario para que se desarrolle un proceso sano. Este tipo de rituales ofrece una oportunidad de realizar que el fallecimiento fue real, de despedirse, de estar acompañado por otros familiares y amigos. 

En el duelo, algunas conductas que podemos catalogar como “aberrantes” son entendidas y esperadas, especialmente al inicio del proceso. p.ej. no es fructífero escandalizarse o sancionar, sino más bien facilitar la expresión de sentimientos e ideas y ayudarlos a procesar. Probablemente, podamos entender que este rito que el chico necesita hacer para sentir que despide a su ser querido.  

En algunas ocasiones esto puede traer consecuencias, que tal vez pueden ser incómodas para los adultos, como las alteraciones en los patrones de sueños o en la alimentación, pesadillas, disrupciones en la conducta, conductas regresivas, etc. La recomendación es ESTAR, buscar entender desde una postura de curiosidad y empatía, contener y acompañar, abriendo siempre el espacio para un compartir emocional de sentimientos, temores y fantasías. 

Si conoces a alguien que esté atravesando por una situación de duelo, la Fundación Piero Rafael Martínez de la Hoz, ofrece grupos de apoyo para adultos y talleres que permiten a los niños aprender a gestionar sus emociones. Contacto: (507) 6613-3667 /  (507) 6033-6025 / (507) 6613-2799

Visitar la página web: https://duelo.org/