El juego

El juego es una actividad de vital importancia
en el desarrollo personal. Es necesario fomentar las
actividades lúdicas en los niños ya que éstas
constituyen una preparación para el trabajo,
actividad en que se empeñará de adulto.
El juego tendrá, pues, la finalidad didáctica de
aprender y lograr habilidades que requerirá el adulto
para trabajar.
El juego es importante porque ocupa sanamente
el tiempo del niño, siempre y cuando estas
actividades sean conducentes a una enseñanza
apropiada, si se trata de juegos constructivos y que
demanden recursos creativos y la iniciativa por
parte de los niños.
Los padres deberán participar en algunas de
estas actividades y en otras también podrían estar
presentes, como testigos alentadores de esta
actividad en el desarrollo de sus hijos.
Los juegos serán asignados en base a la edad, el
sexo, la cultura y las posibilidades o recursos
ambientales, pero SIEMPRE, será valorado como
una actividad necesaria y clave en el desarrollo de la
personalidad.
Es también muy importante que los adultos sean
flexibles en cuanto a las exigencias de acuerdo a la
edad y al sexo de sus hijos, respecto a algunos
juegos que suelen catalogarse como exclusivos de un
sexo.
Competitividad en el juego
Es muy importante que los niños aprendan, a
través del juego, la eventualidad del ganar o del
perder.
Esta es una enseñanza muy valiosa cuyo
aprendizaje se puede transferir a distintas
actividades y momentos de la vida.
El niño aprenderá que, en muchos casos, ganará
por los méritos y en otros, no bastan los méritos sino
que también participa el azar. En el juego, como en
la vida, existe una gama muy amplia de
posibilidades, a veces enfatizamos sobre algunas y
descuidamos otras.
El placer que produce el juego debe ser una de
las finalidades a lograr, tanto como el acatar las
reglas y las normas que tales juegos demandan.
Sería muy acertado que los niños aprendieran a
jugar en equipo, tanto en juegos de mesa, como en
los deportes.
Un deporte que se presta mucho al aprendizaje
del trabajo en grupo es el fútbol. En este juego, se
debe poner mucho empeño para llegar al arco rival y
anotar, pero el ataque frecuente no se reflejará
necesariamente en el marcador, porque el otro
equipo podría estar esperando un error o un descuido
para anotar. Y se deberá aprender que estas
contingencias se pueden dar y habrá que respetar el
esfuerzo del contrario.
Así, en el equipo se distribuirán las funciones
entre los miembros y cada quien deberá velar por
desempeñarse de la mejor manera. (Todos los
integrantes del equipo lucharán por conseguir el
gol).
Todo esto repercutirá en la vida, cuando el
individuo adulto o profesional tenga que enfrentar
tareas en equipo, sin tratar de llevarse las glorias en
forma individual, sino cuidando el bienestar del
grupo.
Juegos apropiados a la edad
Los adultos deberán velar porque sus hijos
realicen actividades lúdicas de acuerdo a sus
posibilidades corporales y mentales.
Debemos tener cuidado de no comprar juguetes
para nuestros hijos siguiendo la moda o nuestro
deseo de poseer un artículo que no se tuvo de niño,
ahora, a través del hijo, o sólo porque sean del
agrado de los padres. Siempre deberemos tener en
cuenta el niño y su edad.
También, consideraremos los distintos tipos de
juego, de acuerdo a los sentidos que involucre o
exija cada una de las actividades del juego, para
procurar un desarrollo integral.
No se deberá sobreenfatizar los juegos físicos
dejando de lado los juegos más intelectuales y
académicos. La adecuada combinación de ambas
tareas producirá resultados óptimos.
Los juguetes no deberán ser los más costosos,
para satisfacer necesidades narcisistas o
competitivas de los padres. Los mismos deben
seguir el patrón de desarrollo e intereses de nuestros
hijos.
Las exigencias de los hijos tampoco deberán ser
cumplidas indiscriminadamente sin antes pasar el
criterio paterno, con ciertas condiciones.
El papel de los padres no es sólo satisfacer las
necesidades de los hijos, sino también ayudarles a
que aprendan a esperar su momento, ubicándolos en
la realidad.
El dibujo y los colores
Estimamos al dibujo, en especial, como una
actividad lúdica, recreativa y enriquecedora en el
desarrollo.
Una hoja de papel y un lápiz y/o lápices de
colores son herramientas sencillas que favorecen la
creatividad del niño en sus distintas edades y etapas
del desarrollo.
La actitud de los adultos -maestros
especialmente- hacia la producción pictórica de los
niños debe ser alentadora y aceptante. Sabemos que
no todos los niños tienen la misma disposición o
habilidad para el dibujo, pero sí que todos saben
dibujar, a su manera y expresar mediante estos
dibujos, sus sentimientos y pensamientos.
Recalcaremos la necesidad de que el adulto
respete y valore la producción del niño, con lo que
estamos cuidando la autoestima y los deseos de
creatividad del niño.
Queremos decir con esto, que no hay dibujos
feos o mal hechos, sino que cada dibujo expresará
algo muy personal, particular, propio de su creador.
El adulto deberá estimular al niño a dar más de sí en
la producción, pero evitará siempre emitir juicios
negativos hacia el dibujo del niño. Ante un dibujo
que no nos satisfaga o convenza, debemos pedir al
niño que nos explique lo que ha dibujado, para tratar
de entender mejor su producción.
El dibujo nos puede acercar al mundo de los
colores, que constituyen una fuente rica de expresión
para los afectos e ideas de los niños.
A través del uso del color, el adulto podrá
reconocer el estado de humor del niño, sus
inclinaciones artísticas, su gusto estético y otros
aspectos.
Si un padre o un maestro no está de acuerdo con
los colores que usa el niño, esto podrá ser motivo
para estudiar más de cerca al niño.
También los colores nos darán indicios sobre
qué tan adecuadamente está valorando la realidad, el
niño.
Es importante reconocer, pues que el dibujo
nos puede acercar al mundo interno del niño, a
conocer y comprender sus sentimientos,
pensamientos, angustias y temores.
Preguntas y Respuestas
P. Mis niños piden muchos juguetes y tenemos
que gastar mucho dinero para complacerlos. Nuestra
decepción es grande cuando observamos que pronto
los abandonan y vuelven a sus juguetes viejos. ¿Por
qué puede ser esto?
R. Bueno… los niños y los adultos son seres
humanos y, como tales, suelen anhelar siempre lo
nuevo, lo diferente. No obstante, para ambos, existe
un período de adaptación a lo nuevo y para ir
renunciando a lo viejo conocido.
Pensamos que no se debe comprar muchos
juguetes a los niños, pues la saturación de estímulos
novedosos produce dificultades para valorar cada
uno de los nuevos juguetes. Además, cada juguete
debe ser un estímulo para poner en actividad la
creatividad y los recursos personales del niño, tarea
muy demandante si son demasiados.
Señores: sus hijos los querrán a ustedes por la
calidad de su trato y la aceptación que muestren de
ellos. Uno o pocos juguetes serán suficientes para
llevar una muy buena relación paterno filial.
P. Mi hijo tiene 12 años y quiere jugar siempre.
Yo le digo que ya es hora de que se ocupe de
actividades de adolescente y no actúe tanto como un
niño. ¿Está bien tratarlo así?
R. No, señor. El juego es una capacidad que tienen
algunos niños, adolescentes y adultos y que, otros no
poseen. El juego implica la ocupación del tiempo en
actividades gratificantes.
En el caso de su niño, usted debe apreciar éste
su deseo de jugar. Ya llegará el momento en que
juegue menos o en que transforme esta capacidad en
actividades más parecidas a las de los adolescentes y
adultos y esperemos que sean igualmente
satisfactorias.
Por ahora, permítale seguir su normal
desarrollo, aprovechar sus últimos años de ninez y
apóyelo y acéptelo.