Estrés y felicidad

Por: Anette Orillac, Psicóloga Clínica @SanaMente_Pty

¿Cómo se relacionan estos dos conceptos? ¿Van en direcciones opuestas? ¿Qué pasa por nuestras mentes cuando las mencionamos? En realidad, ambos son términos muy subjetivos, y su percepción depende TANTO de muchos aspectos existenciales que podríamos no terminar nunca de escribir. Empecemos por tratar de definir cada uno.

El estrés es la reacción que tiene nuestro cuerpo a nivel físico y emocional, ante un desafío, tensión o una situación agobiante o demandante. Puede provocar enojo, nerviosismo, frustración o malestar, como también puede desencadenar enfermedades físicas y psicológicas. Trae múltiples consecuencias como irritabilidad, disputas, desórdenes familiares, laborales o sociales, lo mismo que debilidad espiritual, justo cuando más podría necesitarse. Se ha comprobado que, si no se sabe manejar o se vuelve crónico, las consecuencias pueden ser muy serias.

La felicidad es un poco más difícil de describir. La definición que tenía la Real Academia de la Lengua era: “un estado del ánimo que se complace en la posesión de un bien”. ¡Qué bueno que la cambiaron! Posteriormente, su definición pasó a ser “un estado de grata satisfacción espiritual y física”, como también la “ausencia de inconvenientes o tropiezos”.  Definitivamente que los inconvenientes o tropiezos nunca son bienvenidos, al punto que yo pensaría que ésta última parte podría ser la primera definición, para luego tomar en cuenta aspectos de satisfacción espiritual y física. La falta de salud -por ejemplo- puede ser un tropiezo tan impactante, que torna la vida de cualquiera en infeliz y estresante. Esta es una de las razones por las que debemos cuidar la salud -física y mental-, y darle un lugar “especial” entre nuestras prioridades.

Indiscutiblemente hay momentos mágicos en la vida, en que la felicidad nos embarga. El nacimiento de un hijo es una felicidad indescriptible, que se prolonga y se disfruta de una manera plena. El ganarse un premio, una beca, o una distinción también puede ser motivo de felicidad. Cada celebración sea cumpleaños, boda, aniversario, rituales religiosos, graduación, etc. trae “ratos” de felicidad.

Considero que no existe la felicidad total; la vida tiene altas y bajas, y nunca sabremos si lo que viene es una subida o una bajada. Nuestra buena actitud puede ser el aliado perfecto para vivir plenamente el presente y hacer más liviana la carga. De este modo, uno puede escoger ser feliz “a ratos”. Con bastante frecuencia encontramos alguna piedrita en el zapato que nos trae incomodidad, dolor o sufrimiento. En lugar de enfrascarnos en aquello, podríamos aprender a contar nuestras bendiciones, y fabricar momentos de felicidad, para hacerlo más llevadero. 

Si además sonreímos a los que nos rodean, y nos alegramos de sus éxitos, estamos inyectando felicidad y sembrando esperanza. Es gratis, poderosa y está siempre disponible dentro de nosotros. Además, es una emoción muy contagiosa que podríamos viralizar para multiplicar la buena salud mental.

Hay múltiples factores envueltos en el tema, y depende mucho de cómo uno percibe la situación y lo que significa para nosotros. Algunos dicen que la felicidad puede medirse en la distancia que hay entre las expectativas y la realidad. Aquí entran al escenario nuestros valores, el autoconcepto y las herramientas que se tienen para lograr nuestros objetivos. Si mis expectativas son muy altas y están lejos de mi realidad, puedo percibir un gap muy grande y desmoralizante. Por eso debemos tomar consciencia para no compararnos con personas de las redes sociales, ni perjudicar nuestro autoconcepto.  No se trata de conformismo -porque creo en la aspiración y superación personal- pero debemos mantener los pies en la tierra, según nuestra realidad.

¿Que el dinero trae felicidad? Yo diría que puede aliviar la carga, pero no necesariamente traer “felicidad”. Hay muchas personas que, a pesar del dinero, no son felices. Sobre este tema podemos dedicar un artículo completo; nos pueden dejar saber si les interesa.

El estrés puede manifestarse de muchos modos en nuestro cuerpo: dolores de cabeza/nuca, malestar estomacal, tensión sanguínea, muscular, etc. A nivel psicológico puede ocasionar ataques de ansiedad, depresión o incluso bajo apetito sexual. Si el estrés está afectando su vida, es recomendable buscar ayuda psicológica; le traerá alivio y mejores maneras de procurar bienestar emocional y por ende, felicidad.