La importancia de la madre

Por: Anette Orillac, Psicóloga Clínica y Psicoterapeuta, @SanaMente_Pty

Es imposible cubrir en un artículo un tema tan abarcador como es la importancia de una madre en la vida de cada ser humano, pero haré mi mejor esfuerzo para resaltar algunos aspectos que sí son esenciales y que debemos mantener presentes.

Con cada embarazo, nace también una nueva relación. Cuando ese bebé viene al mundo exterior sigue envuelto en su propio mundo interno, y siente/percibe que mamá es parte de él: esta diada es también experimentada por la madre.  Después de muchos meses, entiende que es un ser humano separado físicamente de su mamá; sin embargo, sigue unido emocional y psíquicamente con su madre.  Esta unión con mamá dura incluso más allá de su despedida de la vida terrenal. Tanto así que esto ha sido tema de inspiración para todo tipo de expresiones artísticas, música, poemas, pinturas, esculturas, libros, etc.

Resulta que antes de ser madre, fue bebé, niña, adolescente, mujer adulta, y desarrolló su propia psiquis, resultado de su naturaleza y del ambiente que la rodeó. Puede convertirse en una madre emocionalmente sana, recursiva, amorosa, comprensible, responsable, sensata, con buena autoestima, balanceada, etc. O puede haber experimentado en su vida anterior negligencias, malos ejemplos, carencias, críticas, abandono, abusos, acoso, etc. De ser así, no es su culpa; hizo lo que pudo con lo que tuvo. Pero lo ideal es recibir psicoterapia antes de convertirse en mamá, para no repetir estos patrones disfuncionales, para curar heridas, restablecer vínculos afectivos seguros, re-aprender a expresar y manejar emociones, ser asertiva en sus relaciones, y restablecer una estabilidad emocional sana, básica para toda relación.

Una buena madre nunca deja a sus hijos de lado; siempre está allí amorosa y disponible cuando surgen necesidades. Es un pilar de apoyo indispensable que representa una seguridad inigualable. Incluso un adulto puede estar necesitando los abrazos, besos y consuelos de mamá.

Nadie comprende tanto como una madre; es una luz en el camino de todo ser humano.

La madre de un bebé debe poder desarrollar una relación de apego sano y seguro; es decir, que entiende a su bebé, responde a tiempo a todas sus necesidades, sintoniza con su bebé, metaboliza lo que él o ella trata de expresar, y el bebé SIEMPRE se siente amado, seguro y comprendido. Esto sienta las bases de la salud mental de ese niño cuando sea adulto, y de cómo serán sus lazos afectivos con otras personas. Este es un tema que da para varios artículos.

La madre de un niño o niña sigue atendiendo sus necesidades, fomenta la expresión y el manejo SANO de sus emociones, permite que haya frustración, pero le anima a resolver problemas de su nivel, le apoya y consuela. Un niño siempre debe poder contar con el apoyo de mamá, incluso si no se portó bien. Apoyo no es aprobación, sino comprensión y explicación/corrección amorosa.

La madre de un adolescente, a veces la pasa mal, porque en esta etapa ellos buscan identidad, y “sus amigos” pasan al primer lugar. Mamá pasa a segundo plano, y es buscada solo para resolver. Sin embargo, mamá debe seguir expresando su amor: ¡te amo hijo y estoy aquí para ti! Basta con sentir rechazo, u otra amenaza, para que quieran regresar a su base segura: una mamá que no va a burlarse, comparar, ni chantajear, sino a comprender, apoyar, animar, y fortalecer su autoestima. Esta mamá audaz, sigue presente, estable, organizada y sabe mantener la ventana de comunicación abierta, porque no juzga. Aunque no parezca, los adolescentes quieren tener la contención de su mamá, aquella que le pone límites, los cuales repetirán en sus propias relaciones. Un hijo aprende con el ejemplo, más que con los discursos.

La madre de un adulto, también está presente en los momentos más importantes y emocionales de su vida: logros académicos, profesionales, espirituales, relacionales, etc. hasta que se vuelvan padres y empiezan a entender y valorar aún más a sus propias madres. ¡Qué sabia era mamá!

Después de su partida, la madre sigue estando presente en la psiquis de las personas; por eso su amor es tan especial. NO la olvidamos nunca y guardamos con añoranza y nostalgia, su voz y sus videos en nuestros dispositivos. Muchas veces la recordamos y nos decimos: “Ojalá pudiera estar aquí conmigo!” Incluso en momentos difíciles nos la imaginamos aconsejándonos, y casi escuchamos su opinión o lo que pudo habernos dicho para cada situación. ¡Sigue siendo luz!
El buen amor de madre es el más puro, es incondicional, nunca es demasiado, es bálsamo que cura nuestras penas, y no importa la cultura o cuantos hijos tenga, alcanza y se derrama para todos. Puede que no sea la mujer perfecta, pero establece una conexión única e irrepetible que nos acompaña y alumbra por siempre.

¡Un abrazo virtualmente apretado para todas las madres, y feliz día hoy y siempre!