La Madre como primera fuente de educación

Por: Gustavo Santamaría, Psicólogo

Recuerdo que había dos momentos importantes durante las vacaciones de verano entre kínder y primer grado. Una, era esperar sentado en la puerta de entrada a mi madre cuando llegaba a las 6 am de su turno en urgencias, y el otro era cuando se sentaba a estudiar algún libro de medicina interna y yo al lado veía las figuras de huesos en los de ortopedia. ¡Qué momentos más significativos! Más allá de anatomía y empezar el día viéndola a ella, eran esos instantes de conexión, de alegría y de aprender a ver el mundo como ella, rápido y entretenido. Así aprendí a enamorarme del estudio y del mantenerse constantemente ocupado. De seguro tu historia es diferente, pero te puedo asegurar que también tienes recuerdos de esos momentos más significativos. A lo mejor te preparaban los “pancakes” más ricos del mundo los domingos, o a lo mejor iban al parque a jugar y la pasaban increíble, o veían películas juntos, quién sabe. Lo importante es que a través de nuestras madres aprendemos a ver el mundo, a alinearnos con él y aprendemos nuestros primeros valores.

Para esta ocasión, he querido escribir sobre la madre como la primera fuente de educación porque vivo en el mundo educativo y universitario y cada semana en mi práctica observo cómo esos valores, temores, pasiones muchos vienen heredados de la madre. Y así lo aprendemos, observando conductas, queriendo imitar a una de las fuentes de identificación más poderosas de la vida. Imagínense que alguien les diga que una pieza de ropa no les queda bien, a lo mejor te moleste o a lo mejor te de igual, pero cuando viene de la voz de mamá le ponemos caso y nos afecta. Es como si ellas tuvieran un poder de transformar nuestro destino. Esa voz es muy poderosa y es el tono de una Maestra, de quién aparte de darnos la vida, también nos ha enseñado a sobrevivir a ella. Desde aprender que nos debemos alimentar, a ponerle palabras a cómo nos sentimos, a distinguir entre el bien y el mal, qué cosas nos deben gustar y qué cosas no. Nuestro desarrollo de vida empieza con ellas, también con nuestros padres, pero hoy le hago énfasis a ellas y las figuras maternas que tuvimos en nuestro crecimiento.

La figura materna como primera fuente de educación hace referencia a cómo nos ponemos nuestros lentes para percibir el mundo y de cierto modo guían nuestro aprendizaje de por vida. Muchas veces los hijos tendemos a idealizar a nuestras madres, son divinas, son santas, son perfectas hasta que llega ese momento en la vida donde vemos que ellas también son seres humanos. Y qué curioso reflexionar sobre ese momento donde también empezamos a ver a nuestros mayores (profesores, jefes, abuelos, tíos) como humanos que también se pueden cansar, y que pueden ser vulnerables. Viendo la historia que cuento en el inicio desde una perspectiva más adulta, me doy cuenta de que mi madre llegaba a las 6 am de haber trabajado toda la noche y mi recuerdo es de verla sonriendo y con energía para jugar por lo menos una hora antes de acostarse a dormir. Y luego, de estudiar medicina interna, además de trabajar y cuidar de mí no debió haber sido nada fácil. Siento que independientemente qué tanto nuestras madres nos hagan testigos de su realidad, sea que de pequeños nos muestren que no son invencibles y que son seres humanos, para los hijos pequeños siempre serán las heroínas o figuras de mucha importancia. Incluyo a las madres que han estado ausentes física y emocionalmente, ya que para sus hijos tendrán un lugar importante en sus vidas, en sus ilusiones, en sus emociones y hasta en sus traumas. Pero justo en ese punto de empezar a ver el mundo con ojos de adulto, las madres juegan ese rol de mostrarse como personas vulnerables que ahora necesitan ser cuidadas y gracias a esa situación como hijos adultos podemos aprender los valores de la compasión y del cuidado. Nos preparan para lo que viene, ya nos educaron para ser autosuficientes y ahora nos sensibilizan para el cuidado, ya sea de nuestros propios o hijos o de ellos cuando sean adultos mayores.

Hoy día de la madre agradezco a las maestras de la vida por educarnos en los valores que necesitábamos para navegar por el mundo sintiendo seguridad y amparo, pero también para aprender sobre nuestra vulnerabilidad al cuidarnos y al mostrarnos que en algún momento nos tocará cuidar de ellas. ¡Feliz Día de la Madre!