Los límites y la crianza

Por: Anette Orillac, Psicóloga Clínica y Psicoterapeuta  @SanaMente_Pty http://www.instagram.com/Sanamente_PTY

Todos sabemos que la educación comienza en casa, y que la crianza es esencial para la vida, pero… ¡qué difícil es criar niños! Lo digo por experiencia propia porque tengo cuatro hijos. La crianza no es asunto fácil, no lo ha sido nunca y requiere de mucho más que conseguir una buena escuela y actividades extracurriculares. Eso es solo educación académica. La crianza implica tiempo, compromiso, constancia, saber establecer límites con inteligencia emocional y paciencia. Pero vale toda la pena del mundo, pues estaremos forjando personas mentalmente saludables.

Hay niños más dóciles y otros más difíciles, incluso dentro del mismo hogar. A todos hay que comprenderlos y amarlos, enseñarles valores con amor y respeto, pero sobre todo con el ejemplo, pues este queda “impreso” en sus mentes para siempre. Así actuarán y así también criarán a su descendencia. Si -por ejemplo- descubren que mentimos, aprenderán a mentir y a no confiar en las personas.

Los límites son esenciales en la vida para poder expresarnos, cuidarnos, protegernos de abusos y marcar frontera ante lo que no estamos dispuestos a aceptar, todos conceptos importantes y básicos para la salud mental. No hay necesidad de recurrir a gritos, castigos severos o desproporcionados, riñas, chantajes, o amenazas para criarlos con límites (aunque a veces pienses que esto es misión imposible). Ante el trabajo que implica la crianza, muchos claudican terminando en laxitud o anarquía, con todas las consecuencias que esto trae. Otros confunden el estilo de crianza autoritario (ejemplo: “porque lo digo yo”) con el estilo “crianza con autoridad”, siendo este último el más adecuado de todos.

De pequeños los límites van en torno a su propia seguridad, lo cual enseña qué cosas son seguras y cuáles no. La comida suele ser un tema difícil, sea porque quieren más o porque no quieren. Podemos explicarle lo que le conviene, pero también respetar si no quiere más. Ningún niño que tenga comida al frente, se muere de hambre. Si forma berrinche porque quiere más de algo, se le explica con firmeza por qué no puede comerlo, sin necesidad de gritar. De hecho, muchas veces entre más bajito le hables, más caso te hará. No confundamos el tono de voz con la firmeza de una frase como: “ya te expliqué que no puedes comer más de eso”. 

A veces toca repetir lo mismo muchas veces y no asimilamos que ellos no entiendan a la primera, 2ª, 3ª, 5ª etc. La paciencia se pierde y en automático caemos en gritarle o peor herirle con frases como “no seas tan terco”, necio, chiquillo insolente, etc., mensajes que calan en su personalidad y autoestima. En lugar de llegar hasta la 5ª vez, si desde el inicio establecemos el límite, entienden el patrón y no insisten en doblegar tu firmeza. Si somos consistentes y NO es NO, la vida será más fácil para todos en casa, pero tiene que haber claridad y coherencia en el mensaje, transmitido con respeto y con amor. Tampoco se trata de no escuchar sus peticiones ni anularlos, porque entonces aprenderán que no tienen derecho a ser escuchados y que no son valorados. Algunos otros tips eficaces son:

  • Cuando nos ponemos en su lugar, entendemos su punto de vista; no solo se sentirán comprendidos, sino que esto les enseña a ser empáticos cuando sean adultos.  
  • Cuando piden ayuda y la reciben, entienden que poco a poco podrán hacerlo solos (vestirse, tareas, etc.) y que es un aprendizaje, que implica frustrarse y tolerarlo. 
  • Si en lugar de aprender a hacerlo solo, lo sobreprotegemos, no estamos incentivando su creatividad y deseo de descubrir cosas nuevas. De adulto será muy dependiente e inseguro.
  • Cuando enseñamos a identificar y expresar su alegría, tristeza, ira, miedo, etc. le estamos preparando para que, en la adolescencia y adultez, exprese lo que siente.
  • Si exigimos calificaciones de 100 en todo, es posible que de adulto viva estresado o que se hiper exija en su trabajo. Es muy bueno que estudie, pero también que sepa levantarse cuando se cae. Es parte de aprender a tolerar las frustraciones, aspecto importante para nuestro bienestar emocional.
  • Las habilidades sociales y la resolución de conflictos se aprenden desde casa y se practican en la escuela. Si un padre se burla del niño, aprenderá a aislarse por miedo al rechazo, o replicará la burla entre sus compañeros, convirtiéndose en “bully”. Si por el contrario, ha aprendido a ser conciliador, es posible que encaje fácilmente en cualquier grupo de amigos. Todo esto ayuda a fortalecer su autoestima.

Algunos padres dicen “a mi me pegaron y salí bien” y creen que deben repetirlo. No hay necesidad de dañar a nadie y no es buena costumbre. Además, las conductas van en cadena y en un día de poca paciencia, pueden llevarlo al abuso físico, enviando un terrible mensaje para el niño o adolescente y vulnerando su integridad y salud mental.

Miremos hacia atrás, trabajemos en nuestras historias y prestemos atención a este tema para criar a nuestros hijos de la manera más sana posible.  Si tienes dudas, consulta con un psicólogo para que te oriente a tiempo. La salud mental es tan importante como la salud física.