¿Por qué una persona puede decidir quitarse la vida?

Escrito por: Karen Lowinger, psicóloga y Sub Coordinadora del Programa SanaMente de Fundación Relaciones Sanas, entrenada en Reconocer y Responder al Riesgo Suicida por la AAS. (@confesionesdeunapsicologa)

Cuando una persona contempla quitarse la vida, o lo hace, las personas alrededor tenemos dificultad para entender qué lo motiva.  Después de todo, tomamos tanto cuidado en preservar la vida.  Hacemos y dejamos de hacer muchas cosas en torno al nivel de peligro que puede presentar para nuestra salud.  Nuestro cerebro está programado para sobrevivir; es por esto que automáticamente quitamos la mano del fuego cuando sentimos que nos quema – no lo pensamos, solo reaccionamos.

Hay una combinación innumerable de factores que pueden contribuir al estado suicida y ningún caso es igual.  Entre los factores podemos mencionar las relaciones, patrones de pensamiento, estilos de crianza, consumo de sustancias, trastornos mentales, enfermedades crónicas, aspectos culturales, y muchos más.  Sin embargo, todas estas situaciones llevan a las personas al mismo estado devastador: la desesperanza.  

Cuando una persona sufre de manera intensa por un periodo prolongado, la repetición y la intensidad del sufrimiento pueden convencerla que la situación nunca cambiará.  Entra en un estado de equivalencia psíquica, que es un término utilizado en la Terapia Basada en la Mentalización para indicar cuando los sentimientos y pensamientos se sienten tan intensos y reales que la persona tiene una gran dificultad en ver alternativas a su situación.

Una persona que ha tenido una hernia en la columna o piedras en el tracto urinario puede sentir un dolor tan extremo e inconsolable que no puede enfocarse en el futuro, sino en sobrevivir el dolor del momento.  Una visita al hospital, por lo general, provee alivio.  El caso no es igual con el estado suicida ya que el tratamiento requiere de un trabajo continuo y profundo, aunque gratificante y reparador.

¿Por qué piensan en quitarse la vida?

Las personas que intentan quitarse la vida no lo hacen por malicia, ni por valentía, ni cobardía, ni porque están “locos”.  No es la muerte lo que buscan sino la liberación del sufrimiento.  Sobrevivir la vida diariamente no es lo mismo que vivir la vida diariamente. La muerte representa en ellos la posibilidad de una luz entre tanta oscuridad.  En este estado, ni el pasado ni el futuro existen, solamente el presente doloroso.  

Contrario a lo que muchos piensan, la persona no quiere ser egoísta.  En realidad, intenta hacer todo lo contrario.  Siente que es la piedra que hunde el barco, la maleza entre las flores.  No quiere seguir siendo un estorbo y no ve la posibilidad de que su situación cambie y deje de serlo (de acuerdo a su percepción).  En esos momentos realmente cree que le está haciendo un favor a la humanidad de removerse del mundo.  El auto-estima y el auto-concepto son peligrosamente negativos.  

¿Cómo podemos ayudar a una persona sumamente adolorida, desesperanzada, exhausta y que se siente como un estorbo para los demás?

La forma que abordemos el tema hará mucha diferencia.  Debemos adoptar una postura de escuchar activamente, de paciencia, no juzgar, no minimizar, ni exagerar, no chismear y de buscar ayuda profesional.  Nos acercamos a la persona y le mostramos nuestra preocupación, dándole el espacio para que confíe en nosotros y en nuestra disposición de ayudarle a buscar ayuda.  Es importante conectarla nuevamente con la esperanza que se puede lograr una mejoría a través de un tratamiento.

También debemos saber que la persona está en un estado muy peligroso y debemos actuar acorde.  Si el estado suicida es agudo, aunque la persona prometa estar clara, la realidad no es así – su pensamiento no es integrado.  Todo lo que pueda utilizarse como medios para quitarse la vida debe ser removido del alcance de la persona y ésta debe permanecer acompañada y con un tratamiento con profesionales de la salud mental.

La decisión que alguien tome entre quitarse la vida o darle una oportunidad a la mejoría yace en la esperanza.  Nuestra empatía y acompañamiento pueden ser una pequeña luz entre tanta oscuridad, pero pueden dar paso a la claridad.  Entrega tu mano, si puedes, y recibe una mano, si la necesitas.