Regálales tiempo

Por Anette Orillac, Psicóloga Clínica, @SanaMente_Pty

El mes de diciembre suele ser una época de muchas celebraciones tanto familiares como laborales, graduaciones, día de la madre, navidad, etc.  No en vano, en este mes los bancos liberan los ahorros de fin de año, que ayudan a cubrir los gastos que esta época conlleva. Es sin duda una época llena de magia y música, donde la ciudad se viste de luces, y se goza de ricos sabores, intercambios, reuniones y demás.  Sin embargo, en algunas ocasiones podemos llegarnos a abrumar, o a sentir mucha presión; por ejemplo: tener que cumplir con todo el mundo, pintar y arreglar la casa, conseguir el “amigo secreto” que acaba de surgir, regalos por aquí y por allá, etc. 

Aunado a esto, los niños salen de la escuela y muchas veces -debido a tantos compromisos de los padres- sus vacaciones quedan como “en pausa” hasta el mes de enero, cuando el ajetreo termina. Recordemos que una de las cosas que más aprecian y necesitan los niños, es ese tiempo especial con mamá y papá. 

Regalarles nuestro tiempo es un tesoro invaluable que no se compara ni con el mejor regalo del mundo. Es algo que podemos y debemos dar en cualquier época del año. Vale la pena hacer un balance y cuestionarnos si estamos compartiendo con nuestros hijos suficiente tiempo, o si lo poco que nos queda después de trabajar, lo dedicamos a comprar y a las obligaciones de fin de año.  El llevarlos a ver las luminarias, enseñarles a cantar villancicos, enseñarles a regalar a los más necesitados, organizar una posada, ir a ver nacimientos y villas, explicarles el verdadero significado de la época, y decorar la casa en familia, pueden ser actividades muy atesoradas por nuestros hijos. Otras actividades que siempre recordarán es el planificar y hacer galletas con formitas, decorarlas con la ayuda de mamá, o bien armar una casita de masa de jengibre. 

Sabemos que es difícil repartirnos entre tantas obligaciones, pero no debemos dejar de lado estos aspectos. En la medida que hagamos partícipes a todos los miembros de la familia, el trabajo que implica la decoración y la cocina de fin de año será mucho más llevadero y agradable, y de seguro pueden ser momentos que se disfrutan con alegría y entusiasmo. La puesta del arbolito en familia, es una linda oportunidad de compartir con nuestros hijos tiempo de calidad, gozo y felicidad; hasta los más pequeñines pueden participar.  La música de navidad, el sabor a ponche, y el aromático olor a pino, serán sensaciones que cuando crezcan, evocarán recuerdos y servirán de base para pasar estas tradiciones a sus propias familias.  

Sin embargo, siempre debemos buscar ese tiempo de juego para dedicar a los menores.  Aunque no lo expresen claramente, esa es su más alta prioridad. El jugar con nuestros niños es invertir en su futuro. A través del juego les enseñamos a compartir, a esperar turno, a perder y a ganar, a gozar de nuestros errores, a reírnos de nosotros mismos, a enfrentar retos, a tener tolerancia a la frustración, y sobre todo a pasar tiempo divertido en familia. El mejor regalo que podemos dar a nuestros niños es sin duda el juego con atención plena, vivir “el aquí y el ahora” completamente enfocados en su juego. Son tantas las lecciones de vida que regalamos cuando dedicamos tiempo de calidad a nuestros niños que nos podemos quedar aquí escribiendo varias páginas sobre el tema.

Es cierto que a todos nos encantan los regalos, pero lo material no es sinónimo de felicidad. A la clínica llegan muchos niños y adolescentes con un vacío emocional profundo, que están llenos de juguetes, celulares y artículos de moda.  La falta de atención plena -materna y paterna- no se puede suplir con artículos materiales.  

Regalemos nuestro tiempo para construir momentos felices con nuestros hijos, conectando con ellos, y ayudándolos así a regularse emocionalmente. De este modo, estaremos forjando adultos sanos y fortaleciéndolos para su vida futura.