Rivalidad entre hermanos ¿y ahora qué?

¡Yo  voy en ese puesto!  !Me pido ir adelante!  ¿Por qué a ella si y a mi no?

Seguro es porque lo prefieres más a él que a mi  (acompañado por supuesto de lágrimas y pataletas).  Si alguna de estas frases le suena familiar este articulo es para Usted. Constantemente nos llega la clínica la consulta de “mis hijos se llevan fatal entre ellos. ¿Qué hago?.

Lo primero es poder distinguir entre las diferencias normales y la rivalidad. Donde hay más de un hijo, van haber diferencias. Cuando los hermanos se llevan bien tienen la capacidad de resolver sus disputas y problemas juntos. Puede que a veces peleen y tengan conflictos, pero también hay ocasiones en las que pueden comunicarse y disfrutar de la compañía del otro. Sin embargo, cuando las peleas son constantes y afecta la dinámica y las relaciones familiares debemos tomar cartas en el asunto.  Si no lo hacemos va a ponerse cada vez peor.

La base de la rivalidad de los hermanos son los celos y la envidia.  Los padres no están conscientes de que muchas veces son ellos quienes agravan estos sentimientos.  Ante todo deben tratar de crear un ambiente de armonía. Si los niños ven a los padres  discutir todo el tiempo ellos van imitar esta conducta.

Ciertas cosas que debemos evitar ya que fomentan la rivalidad:

  • La comparación entre hermanos: cada vez que comparamos uno de los niños va a quedar en desventaja.
  • La competencia entre ellos: hay que estimular la cooperación y el apoyo.  Los hermanos que crecen como rivales seguirán como rivales en la vida adulta.
  • Un trato marcadamente desigual: cuando se prefiere a un hijo sobre los demás están alimentando la envidia y los celos .
  • Tratarlos a todos como si fueran una sola persona: cada uno de sus hijos es único, por ende requiere que el trato que se le da sea adaptado a su personalidad individual. Cada hijo es diferente con sus necesidades específicas, sus sentimientos y sus talentos. Un ejemplo de esto es cuando queremos comprarle a todos lo mismo.  Una analogía que aplica perfectamente bien es como si quisiéramos la maleta de otra persona cuando está llena de ropa que no nos queda (S. Jungreis W.).

¿Cuando intervienen los adultos?. Cuando los niños no han podido resolver por sus propios medios.  O cuando hay peligro y se pueden hacer daño. Cuando son discusiones pequeñas los padres deben abstenerse de intervenir porque pueden caer en el rol de juez  y parte y cuando esto sucede al final todos pierden.

La idea es enseñarles a manejar los conflictos. Si intervenimos muy temprano estamos perdiendo la oportunidad de que desarrollen esta habilidad.

Por otra parte, el rol de los padres debe ser siempre de mediación y buscando la paz entre ellos ante todo.

Cuando haya un ataque de celos deben expresarles empatía y decirles cuanto los quieren pero mantenerse firmes en la decisión que se haya tomado.  Ayudemos a nuestros hijos a desarrollar su individualidad.  La vía del dialogo es la mejor alternativa. Siempre que haya amor, respeto y comprensión se puede resolver cualquier disputa.